jueves, abril 04, 2024

"Señor, Dios nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra"...Salmo 8

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 4 de Abril del 2024

INTRODUCCION:

Estupor, sorpresa, incredulidad, temor... Los discípulos, a pesar de haber escuchado el testimonio de los de Emaús, no dan crédito a lo que están viendo: el Maestro, al que han visto morir, el que ha sido crucificado, al que han enterrado, al que incluso, han negado, se encuentra en medio de ellos y les pide de comer. No es para menos la reacción de aquellos pobres hombres que aún no habían terminado de entender lo que Jesús les venía anunciando. Después de tranquilizarlos comienza a predicarles una vez más lo que están viviendo para terminar con un resumen que nosotros debemos aplicarnos hoy y cumplirlo: “...El Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto” Y nosotros somos también testigos como los Apóstoles y los primeros discípulos. Lo mismo que los discípulos de Emaús deberíamos ir corriendo a contar lo que hemos visto, a anunciar la Buena Nueva, a compartir el gozo inmenso que invade nuestros corazones porque somos testigos, testigos de Cristo, seguidores de su palabra, dueños del tesoro que da la vida y no nos lo podemos guardar para nosotros.

El Evangelio de hoy tomado de Lc 24, 35-48, nos presenta la aparición de Jesús Resucitado a los discípulos cuando ellos se encontraban conversando la experiencia tenida por dos de ellos en el camino hacia la población de Emaús, pero les costaba aceptar la novedad de la Resurrección. 

Dice el texto del Evangelio que: "Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?

Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.” Lc 24, 35-40.

Hermanos, miremos algo muy importante: Jesús desde el día de su Resurrección quiso presentarse a sus discípulos en varias ocasiones para que fuesen testigos fieles de su Resurrección y así, convencerlos de que su nueva condición no era algo fantasmal como lo podrían interpretar muchos, sino la entrada definitiva a la plenitud de la vida.

Jesús reprueba la incredulidad para que sea reemplazada por la Fe, como también reprueba la dureza del corazón para que sea reemplazada por la caridad. Él les recalca: "Ustedes son testigos de  esto, vayan por todos los lugares del mundo y díganle a la gente lo que ustedes ven y sienten. Sean fieles en todo tiempo y en todas las circunstancias de la vida."

Preguntémonos: ¿Será que necesitamos que Jesús se nos aparezca para que despejemos nuestras dudas de su Resurrección?

Jesús, abre nuestro entendimiento. Conocemos y escuchamos tus Palabras, pero queremos hacerla norma para nuestras vidas. Por eso hoy te pedimos que nos guíes en este caminar con la Luz de tu Espíritu para que podamos llegar a ser unos auténticos testigos de tu Resurrección.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:30 a.m. | Permalink |


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