jueves, marzo 28, 2024

"El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo"...Salmo 116.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 28 de Marzo del 2024

Hoy se celebra El Jueves   Santo y en este día se conmemora la Última Cena de Jesús con sus Discípulos como también, La Institución de la Sagrada Eucaristía y El Orden Sacerdotal con el Lavatorio de pies.

En este día termina el Tiempo de la Cuaresma y se da inicio al Triduo Pascual que nos recuerda la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús que se extiende hasta el Sábado Santo. 

INTRODUCCION AL EVANGELIO:

El acto del lavado de pies que hizo Jesús en la Ultima Cena, nos pone de manifiesto el modelo de discípulo que Jesús espera. Más allá de esperar ser servidos, los seguidores de Jesús deben estar dispuestos a servir. En nuestro medio actual hay un mal entendido sobre humildad y el servicio. Muchos asocian el servicio a las persona “apocadas”, ingenuas y algunos hablan de “servilismo” como un defecto desfavorable de quien lo practica. Y es que  aun, el mensaje de Jesús en el mundo moderno no se entiende. Quien actúa según los preceptos del Señor, junto con provocar irritación, tiende una sombra de sospecha: ¿“dónde estará la trampita”?, “debe tener una segunda intención”. Muchas veces se promueven falsos actos de caridad con mucha cobertura de prensa, para que se destaquen o para ganar adeptos a su causa. Por eso, hay que promover una “revolución del servicio”. Hoy más que nunca estamos llamados a renovar nuestro compromiso de servicio con la persona humana. Les invito a que nos pongamos la toalla al cinto para lavar, curar, secar y perfumar tantos pies heridos de nuestros hermanos que nos rodean.

El Evangelio de hoy tomado de Jn 13, 1-15 nos presenta el pasaje del Lavatorio de los pies un testamento que nos fue dejando por Jesús no solo para sus discípulos sino también, para toda la Iglesia. 

Dice el texto del Evangelio que: "Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio.”. Jn 13, 1-10.

Jesús había estado acompañando  a sus discípulos desde hacía tres años y se había dado cuenta de sus fragilidades. Él, a pesar de haberles demostrado cuanto valía el valor del servicio con amor, quiso abajarse a lavarles sus pies para sobresaltarles la importancia de la humildad al servir con amor a los demás. 

Hermanos. Tú y yo somos también unos discípulos de Jesús y quizás en algunas ocasiones no entendemos el mensaje que nos ha dado porque nos embolatan tantas cosas que se resaltan en el mundo moderno. 

Y es que la sociedad actual se ha vuelto indiferente ante el dolor del que sufre, del que tiene hambre y está necesitando, pues vivimos en un mundo consumista y materialista que solo gira en el tener y poseer cada vez más.

Este Evangelio de hoy, como también en este día sagrado debemos hacer un acto de discernimiento  profundo sobre nuestro caminar discipular y en él, buscar las maneras de reivindicamos con el verdadero servicio que hemos de realizar con todos aquellos que están hoy marginados de nuestra sociedad. 

Promovemos como discípulos de Jesús una Revolución al Servicio renovando nuestro compromiso ante Él para lavar, curar, secar y perfumar a tantos pies de los que hoy están necesitando una pisca de amor, caridad y misericordia. 

Gracias, Señor, por mostrarme el camino que debo seguir. Necesitamos primero lavarnos de todo lo que te ofende, porque aunque sabemos que nunca seremos dignos, tenemos la seguridad que con la absolución nuestras almas quedarán listas para recibirte.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:40 a.m. | Permalink |


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