sábado, marzo 23, 2024

"El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño"...Jer 31.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Sábado 23 de Marzo del 2024

INTRODUCCION: 

Nos encontramos en los últimos días de la vida de Jesús sobre la tierra y el evangelio de hoy nos recuerda ese suceso en el que Jesús había devuelto la vida a su amigo Lázaro, lo que llevó a muchos judíos a creer en él. Este hecho, incomodó sobremanera a los sumos sacerdotes y fariseos que se preguntaban cómo parar la acogida de este hombre. Y para ello, convocaron al sanedrín, y allí el sumo sacerdote Caifás sentenció: “conviene que uno muera por el pueblo y que no perezca la nación entera… y aquel día decidieron darle muerte”. Jesús cautivaba, Jesús convencía, Jesús se llevaba detrás a la gente sencilla. Y esto no lo podían consentir las autoridades religiosas: fariseos y sacerdotes.  Los que llevaban la ley cerca de las manos, pero lejos del corazón; los que acudían al Templo a rezar y salían del Templo con el propósito de robar, mentir, y apedrear en nombre de la Ley; aquellos que eran sepulcros blanqueados, que se entretenían en limpiar los platos y vasos antes de comer, pero por dentro estaban llenos de podredumbre; esos determinan acabar con Jesús. Y acabar con Jesús es acabar con la verdad, con la belleza, con el amor, con la ilusión, con la esperanza. Hoy también en nuestro mundo está de moda eso de “acabar con Jesús y con todo signo religioso”. Y esto trae graves consecuencias. Nunca el mundo ha tenido tantos medios y nunca ha estado tan vacío. A este mundo no lo salvará la técnica, los aparatos sofisticados, los coches eléctricos o los viajes espaciales. A este mundo lo salvará el amor. 

El Evangelio de hoy tomado de Jn 11, 45-57 nos narra la reacción de muchos judíos que fueron  a la casa de María y Marta en Betania y presenciaron el milagro de la resurrección de Lázaro, algunos creían que los signos que realizaba podrían destruir sus costumbres y el imperio religioso que habían construido.

Dice el texto del Evangelio que: "Muchos judíos al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en Él. Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: “¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en Él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación”. Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: “Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?”. No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús". Jn 11, 45-53.

Desde los comienzos de su predicación Jesús había anunciado al pueblo judío que haría el nuevo templo, pero ellos, no entendieron sus palabras. Ellos buscaban incansablemente la forma de detener su avance peligroso según ellos, para detenerlo y acusarlo ante las autoridades religiosas. Hoy ellos encuentran una solución práctica: Eliminar el origen del problema para que este no se transforme en algo mayor e incontenible.

Pero miren: A Jesús ninguna decisión humana le iría a impedir la misión que su Padre-Dios le encomendó: Proclamar el Evangelio del Amor.

Como lo vemos hermanos, el conflicto de Jesús con sus adversarios se agudizaba y se había convertido dramático hasta el punto que su desenlace tornaba fatal.

Las autoridades judías habían decidido darle muerte a Jesús para así concretar sus perversos propósitos: Conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca.

Hermanos, este Evangelio  de hoy nos invita a ser humildes como Jesús y a dejar a un lado nuestra preferencias y gustos para así, con Él en nuestros corazones, tener las fuerzas necesarias para apartar de nuestras mentes la frialdad y la quietud que quiebra nuestra responsabilidades con la misión a la que hemos sido llamados: Proclamar el Evangelio del amor donde nos encontremos. 

Señor, sentimos hoy la necesidad de darte gracias por ser como eres, por no haber torcido nunca tus pies hacia la mentira, hacia la vida fácil, hacia el egoísmo. Y te damos gracias porque el programa que nos has dejado no es algo teórico, sino que Tú ya lo has cumplido. Con tu gracia, haz que todos nosotros lo llevemos a la realidad y construyamos un mundo más justo y más humano.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:25 a.m. | Permalink |


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