domingo, marzo 31, 2024

"Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo"...Salmo 118.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 31 de Marzo del 2024

Hoy es PASCUA DE RESURRECCIÓN. ¡JESUCRISTO HA RESUCITADO! Es ésta la fiesta central del Cristianismo y es el Fundamento de la Fe Cristiana. En ella, celebraremos la Resurrección de Jesús después de tres días de ser sacrificado y muerto en una cruz.

Hoy termina el Tiempo de la Semana Santa y se inicia La Octava de Pascua  o Tiempo Pascual (40 días) que va desde el Domingo de Resurrección  hasta el Domingo de Pentecostés.

El Evangelio de hoy tomado de Jn 20, 1-9 nos lleva al pie de la tumba de Jesús para ser testigos presenciales de la escena   que ocurrió cuando María Magdalena llega al sepulcro y nota que la piedra que lo tapaba estaba corrida y ve que el cuerpo de Jesús no está.

Entremos en acción y disfrutemos estos momentos únicos.

INTRODUCCION AL EVANGELIO:

El tiempo de Pascua podría ser definido como “la luna de miel” de la Alianza. Se nos ofrecen cincuenta días para disfrutar de la Alianza de Dios con nosotros… cumplida, plenificada. Las palabras proféticas de Jesús en la última cena “Este es el cáliz de la nueva y eterna alianza” se han cumplido en la Resurrección. La sangre derramada es la sangre del Resucitado… ¡para siempre!, es la sangre de la Vida vivificante. Jesús resucita y se aparece para recuperar a sus discípulas y discípulos -que se sintieron perdidos en la pasión- para entrar con Él en una Alianza de amor sin vuelta atrás. Las horas amargas del calvario han dejado una huella profunda en ellos. Y les aflora duda, el desencanto. Les viene el deseo de regresar al pasado, de no haberse encontrado nunca con Jesús, de no haberle nunca entregado su amor. Quizás el prototipo de estos momentos de soledad y abandono es María Magdalena. Ella había cambiado radicalmente su vida para consagrarse completamente al amor de Jesucristo, y sin embargo, ahora no lo encuentra. Llora desconsolada. Cristo se le aparece bajo la forma del jardinero y pregunta... A nosotros también nos ocurre que el Señor se nos “esconde”, no lo hallamos con la facilidad de antes, y podría tocar a nuestra puerta el llanto, la desazón... Pero es necesario abrir bien los ojos. María todavía no tiene una fe plena en su Señor. Él ha muerto, y parece que todo ha terminado... ¡Lo tiene delante y no lo reconoce! ¿No nos sucede a nosotros otro tanto? Cristo está delante de nosotros en esa situación difícil, en ese fracaso aparente, en las pequeñas cruces de todos los días. Y nos pregunta, nos grita de mil maneras diversas, ¿por qué lloras? ¿No te has dado cuenta que he resucitado y estoy contigo para siempre? Nos resulta urgente abrir los ojos de la fe. Cristo no acostumbra aparecer como Yahvé en el Antiguo Testamento. No hay rayos ni temblores. Jesucristo resucitado no quiere que le tengamos miedo y opta por lo sencillo. ¡Cristo camina con nosotros en lo cotidiano! Jesucristo se nos quiere manifestar en el trato con la familia, en la relación con el compañero de trabajo, la vecina, el cumplimiento del deber cotidiano. ¡Lo tenemos delante de los ojos, pero muchas veces no queremos descubrirlo! 

Dice el texto del Evangelio que: "El día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy de mañana cuando aún era de noche, y vio que la piedra del sepulcro estaba movida. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó". Jn 20, 1-9.

Que maravilla, y esa será nuestra vida; nosotros vemos desde la fe, nosotros sabemos que no necesitamos otro signo, como le pasó a Tomás, que tenemos el don, la gracia de saber que el signo quizás es esa palabra que nos dice la Escritura y esa confianza que el Señor nos había anunciado que iba a resucitar.

Tengamos un rostro alegre y vivos con gozo la alegría de la Resurrección de Jesús  como esos discípulos de  Emaús que corrieron a prisa para anunciar que si fue verdad que Jesucristo había resucitado. 

Feliz día de la Resurrección de Jesús.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:35 a.m. | Permalink |


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