domingo, febrero 11, 2024

"Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación". Salmo 32.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 11 de Febrero del 2024

INTRODUCCION:

Estamos muy sensibilizados, por las experiencias de los últimos años, ante cualquier tipo de pandemia. Sabemos lo que genera, cuántos sufrimientos y muertes producen. El Evangelio de hoy nos permite reflexionar sobre ello, pero de una manera especial, sobre las pandemias espirituales, difícilmente detectables. Miremos el texto del Evangelio: Cuando el contaminado se acerca a Jesús no recibe un diagnóstico, sino una mano que lo toca movida por un corazón lleno de misericordia. Jesús no le da importancia al mal. Es como ese experto en informática que ante el nerviosismo del inexperto, que piensa que ha perdido todo su trabajo, le dice: ¡calma! ¡está todo bajo control! y, poco después devuelve todo el trabajo que parecía perdido. Es impresionante escuchar estas palabras de Jesús: “¡Quiero! ¡Queda limpio! Ese leproso no se resigna ni ante la enfermedad ni ante las disposiciones que hacen de él un excluido. Esta fe es la fuerza que le permitió romper con las normas y buscar el encuentro con Jesús; y, postrándose ante Él, lo llama «Señor».

Así nos lo narra el Evangelio de hoy tomado de Mc 1,40-45 nos narra el milagro de la Sanación de un Leproso por parte de Jesús. 

Dice el texto del Evangelio que el Leproso se acercó a Jesús y arrodillándose ante Él, le suplicó diciéndole: "Sí quieres, puedes sanarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda purificado”. En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. ". Mc 1, 40-42.

Miremos algo muy importante: Este relato  nos proporciona una comprensión muy profunda sobre el amor y la misericordia de Dios. La lepra, en la cultura judía de esa época, no solo era una enfermedad física, sino que también representaba la impureza ritual y la marginación social.

 El Leproso reconoció en Jesús al Salvador y creyendo en Él, lo vio como él único que podía remediar sus males y Jesús ante su súplica no demoró siquiera un instante para tocarlo con su mano sanadora.

Hermanos, al sanar al hombre con lepra, Jesús no solo muestra su poder sobre la enfermedad, sino que también revela su autoridad para purificar y restaurar la totalidad, tanto espiritual como lo social del individuo. Este acto de sanación va más allá de lo físico, apuntando a la redención y la reconciliación.

Digámosle hoy a Jesús: Gracias, Jesús, por apiadarte de nuestras dolencias y darnos la posibilidad de experimentar tu cercanía. Ayúdanos a saber reconocer todas nuestras infidelidades y a poner todos los medios concretos para superarlas.

¿Qué nos quieres decir, Señor? ¿Cómo podemos hacer realidad este evangelio en nuestras vida? Tu tomaste en la vida y estando clavado en la cruz nuestras enfermedades, te convertiste en «leproso», para que nosotros fuésemos purificados. Hoy te pedimos que tengamos el corazón siempre abierto, para dejarnos tocar y curar por ti y así, abrazar y sanar a cuantos nos necesiten. 

 
posted by Laureano García Muentes at 4:27 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>