viernes, febrero 02, 2024

"El Señor, Dios de los ejércitos, es el Rey de la gloria"...Salmo 24.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 2 de Febrero del 2024

Hoy se celebra la Presentación del Niño Jesús en el Templo después de su nacimiento y también a Nuestra Señora de la Candelaria esta última una advocación Mariana que tiene sus origen en Tenerife ( España) y su nombre se deriva de La Luz  santa que guía hacia el buen camino y la redención que aviva la Fe en Dios. Es Nuestra Señora de la Candelaria patrona en Colombia de las siguientes ciudades: Medellín, Magangué (Bolívar), el municipio de Guarne (Antioquia), Cartagena, Riosucio (Caldas), los municipios de la Candelaria (Valle del Cauca), Morroa (Sucre), Suaita (Santander), Bagadó (Chocó), el Banco Magdalena, entre otros.

INTRODUCCION:

El pasaje del evangelio de hoy es muy rico en enseñanzas teológicas. Está escrito sesenta o setenta años después de morir Jesús. San Lucas, quiere dejar claro, desde el principio de su evangelio, que la vida de Jesús estuvo insertada plenamente en las tradiciones judías. Su persona y su mensaje no son realidades caídas del cielo, sino surgidas desde el fondo más genuino del judaísmo tradicional. Tanto la purificación de la madre y la presentación del niño constituían los dos momentos del rito que estipulaba la ley mosaica, justo cuarenta días después del parto. En la narración, San Lucas da voz a dos ancianos- varón y mujer- que representan la tradición sapiencial del Israel fiel, y son ellos quienes manifiestan que en Jesús se cumplen las promesas: “ahora Señor puedes dejar a tu siervo irse en paz”. Ya ha visto al Mesías, al Salvador. Ana por otra parte, retoma el camino de la profecía que se había olvidado y se dirige a su pueblo abriendo la puerta de la esperanza, alabando a Dios y proclamando a todos los que esperaban la liberación de Israel, que en aquel niño se cumple la promesa de Yahvé a su pueblo: “la llegada del Mesías”.

El Evangelio de hoy tomado de Lc 2, 22-40, nos narra La Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén dándole cumplimiento a lo escrito en  la Ley de Moisés: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor".

Dice el texto del Evangelio que: "Al cumplirse los días de la purificación, los padres  de Jesús lo llevaron a


Jerusalén para presentarlo al Señor y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "Un par de tórtolas o dos pichones".

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”. Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de Él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”. Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años.

No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él. Lc 2, 22-40.

Como lo leemos en el texto del Evangelio, surge allí  un encuentro conmovedor. Un hombre honrado y piadoso que esperaba la liberación de Israel.

Simeón reconoció en el niño al Mesías Salvador que tantos años estaban esperando, y junto a la profetisa Ana, viuda, de edad avanzada, hija de Fanuel de la tribu de Aser, con su corazón abierto, reconoce también la presencia del Salvador.

Hermanos, es necesario que  entendamos que ser cristianos no significa ser una vacuna contra todo. Quienes decidimos seguir a Jesús colocamos en Él nuestra Fe y Confianza, le amamos, nos colocamos de pie y nos disponemos a dejarnos guiar por su Espíritu Santo. 

Nos arrastra el Evangelio hacia fuentes tranquilas porque reconocemos que en él está la Luz para nuestras vidas, la Paz y las Fortalezas para alcanzar el triunfo. 

Pidámosle a la Santísima Virgen María, nuestra Señora de la Candela que nos ayude a continuar encendiendo nuestra vocación para vivir siempre la cercanía con su Hijo Jesús.  

Señor, danos un corazón humilde y confiado, como el de Simeón y Ana, como el de María. aumenta nuestra fe y nuestra esperanza, para saber encontrarte en los demás.

 
posted by Laureano García Muentes at 4:34 a.m. | Permalink |


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