lunes, febrero 05, 2024

"Levántate, Señor, ven a tu mansión"...Salmo 132.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 5 de Febrero del 2024

INTRODUCCION:

Como lo leemos en los Evangelios, Jesús siempre se le ve, en la vida pública, rodeado de gente, porque le encanta vivir “en medio del pueblo”. Sabe comer con el pueblo el pan duro de sus sufrimientos y, cuando llega el caso, el pan tierno de sus alegrías. Por eso la gente le sigue, porque es “uno de ellos”. La gente quiere estar con Jesús, escuchar a Jesús, “tocar a Jesús”. Es un Dios cercano, sencillo, alegre, amigo de la vida. Con Jesús se aprende a vivir. Una cosa destaca: su sensibilidad con los que sufren. Hay en Jesús fibras íntimas que sintonizan con los pobres y con la gente que lo pasa mal. No puede ver sufrir sin compadecerse, sin acercarse a sanar las heridas del pecado.

En el Evangelio de hoy tomado de Mc 6, 53-56, vemos a Jesús ponerse al alcance de todas las personas para hacerse tocar y curar sus enfermedades.

Así lo leemos en el texto del Evangelio: "Jesús terminaba la travesía junto con sus discípulos por el mar de Galilea y tocaron tierra en la región de Genesaret y allí, atracaron. Recorriendo la región, le fueron llevando en camilla todos los enfermos hasta el lugar donde habían oído que se encontraba. En cualquier pueblo o ciudad por la que pasaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que le dejaran tocar al menos el borde de su manto. Y los que lo tocaban se sanaban". Mc 6, 53-56.

Miremos algo muy interesante: Jesús no se quedaba quieto e iba de un lugar a otro para encontrarse con las personas y de manera especial a los que se encontraban dolientes y excluidos.

Él no solo les hablaba del Reino de Dios que estaba ya cerca sino que Él, lo hacia patente mediante hechos que hacía para devolverle la salud y la liberación de todas las dolencias humanas para hacerles dignos en la sociedad que los marginaba.

Como lo vemos, Jesús no se detuvo para contemplar el cansancio, ni la fatiga, ni mucho menos la tristeza o agonía por el lograr los reconocimientos. Sino en darle al hombre el premio de volver a ser reconocido por lo que es.

Hermanos: Un Cristiano no puede quedarse nunca quieto en su metro cuadrado,  sino que debe estar presto en ser servidores de los demás dejando a un lado la pereza y la conformidad. Jesús nos pide ser sanadores de vidas  llevando a todos el aliento de Dios para que así, sean capaces de apostar por Él. 

Señor-Jesús, te damos gracias porque nos has acercado al Padre a través de tu cercanía; porque nos muestras la ternura infinita de su amor a través de tu cariño. ¿Qué idea tendríamos ahora de Dios si no te hubieras encarnado? Sin ti, ¡qué lejos nos queda Dios! Contigo lo sentimos muy cerca; tan cerca que hasta lo podemos tocar. ¡Gracias, Señor!
 
posted by Laureano García Muentes at 4:17 a.m. | Permalink |


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