lunes, noviembre 20, 2023

"¡Cuanto amo tu voluntad, Señor!"... Salmo 119.

RFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 20 de Noviembre del 2023

INTRODUCCION:

El Evangelio de hoy nos narra el milagro de Jesús que devuelve la vista a un ciego que mendiga a lo largo del camino. El, había perdido la vista, pero no la voz. Cuando siente que Jesús va a pasar, comienza a gritar: «Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!». Son las palabras del ciego, las palabras de los leprosos, las nuestras. Con estas reconocemos nuestras pobrezas personales y sociales. "Ten compasión de mi" es decir "Dame lo que tú quieras, tú lo puedes todo, tú sabes mejor que yo lo que necesito". Son nuestros sentimientos de la ceguera expresados en palabras. Y, ¿Cuáles son nuestras cegueras? ¿Están bien nuestras miradas? ¿Cómo miramos a Dios, como Padre? ¿Vemos a las otras personas hermanas y hermanos nuestros? ¿Qué vemos en el dinero y en las cosas? Pedimos a Jesús luz para descubrir y reconocer nuestras cegueras personales, familiares, sociales. A veces creemos que nuestras cegueras, nuestras pobrezas son solamente un estorbo, una desgracia. Y tenemos la sensación de que reconocer nuestra miseria nos hunde, nos anula. Más bien al contrario. Si no somos conscientes de nuestra debilidad ¿Cómo vamos a comprender y perdonar la debilidad de los otros? Si no reconocemos que a veces no tenemos nada bueno que ofrecer a Dios ¿Cómo vamos a experimentar que Él nos quiere gratuitamente? Recuerda lo que nos dice Jesús: "El que se humilla, será enaltecido". 

Este episodio del Evangelio de hoy tomado de Lc 18, 35-43, se desarrolla a la llegada de Jesús a la ciudad de Jericó donde Curó a un ciego. Como lo describe la historia, fue esta ciudad la última a donde Jesús llegó antes de su llegada a Jerusalén. 

Dice el texto del Evangelio que: "Estaba sentado a un lado del camino un ciego pidiendo limosna; al escuchar que pasaba mucha gente, preguntó que era aquello y le explicaron que pasaba Jesús el Nazareno. Entonces éste empezó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!”. Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El dijo: “Señor, que vea otra vez”. Jesús le contestó: “Recobra la vista, tu fe te ha curado”. En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios". Lc 18, 35-43.

Y es que la fama de Jesús iba creciendo tanto en toda Israel que mucha gente sencilla y enferma le pedían por su salud. Si El veía en ellos que tenían Fe y buena intención, los sanaba.

Jesús es Luz y quienes se acercan a Él ven la Luz y quienes viven apartados de ella, viven en las tinieblas. 

Miren: El ciego demuestra su persistencia en su ruego por obtener de Jesús la escucha a su necesidad. 

Hermanos, que grande es la Fe y cuando está bien cimentada, firme y fuerte nos salva de todo los peligros que se nos presenten. A través de la Fe, Dios nos regala infinidad de beneficios y nos devuelve la vista que muchas veces anda extraviada.

No olvidemos que Jesús siempre está ahí dispuesto a escuchar nuestras oraciones y ruegos, pero espera vernos hombres valientes y dispuestos a superar con Él todas las angustias y dificultades que tengamos para atravesar ese mar y llevarnos a la otra orilla. Hoy nos dice a ti y a mi "¿Qué quieres que haga por ti?". Confiemos, esperemos.... así, veremos su acogida y su gran misericordia. 

Señor, hoy te acercas al Jericó de nuestras almas. Aquí nos tienes como unos mendigos ciegos y pobres. Te gritamos con ansiedad: ¡Jesús, ten compasión de nosotros! Señor, ¡haz que veamos el gran amor que nos tienes! Danos el don de la fe. 

 
posted by Laureano García Muentes at 4:24 a.m. | Permalink |


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