"Señor, tu eres lento a la cólera y rico en piedad"...Salmo 86.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Miércoles 11 de Octubre del 2023
Jesús rezaba intensamente y buscaba lugares apartados, sube a lo alto de los montes y separados del torbellino del mundo, lugares que permitieran descender al secreto de su alma y encontrarse con su Padre Dios. Es el profeta que conoce las piedras del desierto. Los discípulos han captado la importancia que para El tiene los ratos de oración y le piden que les enseñe a orar. Y le dicen: Señor, ¡enséñanos a orar! Esa petición también puede ser nuestra súplica hoy y siempre. Aunque la hayamos recitado una y mil veces. Recordemos que somos frágiles, necesitados de su misericordia, como de su fuerza, su luz y perdón para no caer en las tentaciones que la vida nos presenta.
Los discípulos sabían orar pues como judíos lo hacían con mucha frecuencia e incluso en las sinagogas, pero habían descubierto en Jesús una nueva manera de vivir y de convivir la oración con el Padre Dios y entonces, sienten la necesidad de expresarle la necesidad de su enseñanza.
Él les pide ante todo a no aparentar nada en la oración y tampoco a hacerlo en lugares donde otros los vieran. Él les exhorta a orar en silencio y lejos de la vista de los demás, con la sinceridad y confianza de un hijo a un Padre es decir, cerca a los ojos de Dios.
Hermanos, rezar el Padre Nuestro es dar una mirada a Dios y expresarle cuanto lo amamos, pues Él es una ternura de piedad entrañable. Por ello, meditemos y comprendamos cada una de las palabras que componen esa hermosa oración, recordando que ella fue enseñada por el mismo Jesús.
Señor, Hoy tus hijos amados santifican tu Nombre Santo y glorioso, se unen para pedir que sea tu Reino en nuestras vidas, que en nuestras mesas siempre haya en abundancia el Pan que alimenta el alma y el cuerpo; oramos porque perdones nuestras faltas y nos enseñes a perdonar siempre, a hacer tu voluntad; que seamos testigos de tu gracia y resurrección.