REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Domingo 1 de Octubre del 2023
El evangelio de hoy nos recuerda algo que a menudo olvidamos: Nuestras palabras pueden carecer muchas veces de sentido. Si, las promesas que hacemos son vacías cuando ellas, no van seguidas de acciones. Miremos, en la Parábola, el primer hijo es arrogante pero en su acción muestra su bondad. El segundo hijo suena cooperativo pero no cumple su promesa. Preguntémonos: ¿Sera que hacemos promesas a otros que no cumplimos y se escapan rápidamente por la ventana?, ¿Cuál de lo dos hijos soy yo? Ahora, Reflexionemos como va nuestra vida, que decisiones tomamos, que palabras usamos, que voluntad ponemos para realizar las cosas de cada día. Recordemos que tenemos que Vivir de cara a Dios y no de los hombres.
En el Evangelio de hoy tomado de Mt 21, 28-32 Jesús utilizando una sencilla parábola cuestiona la coherencia de vida de quienes se dicen creyentes y practicantes. Él dirigiéndose a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo les dice: "¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: Hijo, vete hoy a trabajar en la viña. Y él respondió: No quiero, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: Voy, Señor, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?" - "El primero" - le respondieron. Jesús les dijo: "Yo les aseguro que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios. " Mt 21, 28-31.
Hermanos, esta parábola nos recuerda que nuestras acciones hablan más fuerte que nuestras palabras. Y es que es más fácil hacer promesas y decir que haremos tal o cual cosa pero, no cumplimos o no la realizamos. Y miren, el ejemplo del hijo en la parábola, quien inicialmente se negó a trabajar, pero después fue a la viña, nos muestra que siempre es posible cambiar de opinión y hacer lo correcto. No basta con prometer y prometer si en realidad no se cumple con la voluntad de Dios.
Hoy Jesús nos invita a ser conscientes de nuestras responsabilidades y que nuestras acciones aunque no lo creamos tienen un impacto muy fuerte en los demás; por tanto, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que su ejecución sea siempre positiva y de testimonio de nuestra coherencia.
Y es que muchos de nosotros nos hemos especializado en construir oraciones con palabrerías hermosas pero con los corazones distantes o involucrados en la prepotencia, el orgullo y el egoísmo.
Pidámosle al Señor que nuestro modo de ser y actuar construya espacios de encuentro y provoque fraternidad y confianza para así lograr una vida más visible y ejemplar.