lunes, octubre 09, 2023

"En el peligro grité al Señor y me respondió"...Int. Jon 2.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 9 de Octubre del 2023

En el camino de nuestra vida vamos a encontrar gente herida, despojada y medio muerta, del alma y del cuerpo. La preocupación por ayudar a otros, si estamos unidos al Señor, nos sacará de nuestro camino rutinario, de todo egoísmo, y nos ensanchará el corazón guardándonos de caer en la mezquindad. Encontraremos a gentes doloridas por falta de comprensión y de cariño, o que carecen de los medios materiales más indispensables; heridas por haber sufrido humillaciones que van contra la dignidad humana; despojadas, quizá, de los derechos más elementales: situaciones de miseria que claman al cielo. El cristiano nunca puede pasar de largo, como hicieron algunos personajes de la parábola.  No podemos olvidar en ningún momento que el bien supremo del hombre es la fe, que está por encima de todos los demás bienes materiales y humanos. "Habrá ocasiones en que, antes de predicar la fe, haya que acercarse al herido que está al borde del camino, para curar sus heridas. 

El Evangelio de hoy tomado de Lc 10, 25-37 nos presenta la Parábola del Buen Samaritano y con ella quería enseñar al doctor de la ley y a los demás dirigentes religiosos que era necesario caminar por la vida con compasión.

Como lo describe el texto del Evangelio, los doctores de la ley no perdían la oportunidad de buscar formas para ver si podían entrar en contradicciones a Jesús con sus leyes, y así, señalarlo de violador de estas. Entonces uno de ellos  se levantó y le preguntó: “Maestro, ¿Qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?” Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?” Él le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. Lc 10, 25-27.

(En medio del diálogo uno de los doctores de la ley) le hacen esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: «Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver". "¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?” y respondió: “El que tuvo compasión de él”. Y Jesús le dijo: “Anda, haz tú lo mismo”. Lc 10, 29-37.

En la parábola podemos apreciar cómo un hombre es asaltado y dejado herido en el camino. También vemos cómo tres personas pasan junto a él sin detenerse a ayudarle. Él era un samaritano (un hombre de una raza considerada inferior y hostil por los judíos) se detiene y ofrece su ayuda al herido, demostrando así que el amor al prójimo no conoce fronteras ni prejuicios.

Hermanos,  está parábola del buen samaritano nos invita a reflexionar sobre nuestra propia actitud hacia los demás, y a cuestionarnos si estamos verdaderamente dispuestos a sacrificarnos por el bienestar de nuestro prójimo. Nos recuerda que más allá de nuestros prejuicios, diferencias culturales o religiosas, todos somos seres humanos que necesitamos amor, compasión y ayuda en momentos difíciles.  Nos urge entonces a salir de nuestra zona de confort y a poner en práctica el amor real y efectivo hacia nuestros semejantes.

Señor, danos la sabiduría y el amor para descubrir y actuar, buscando siempre el bien de los demás en las diversas situaciones de la vida. No permitas que el ajetreo de cada día nos haga pasar de largo y no ver a esas personas que necesita nuestro apoyo y ayuda. Que como un buen Samaritano nos detengamos a platicar con ella para darle el consuelo o simplemente una sonrisa.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:57 a.m. | Permalink |


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