martes, septiembre 05, 2023

"El Señor es mi luz y mi salvación"... Salmo 27.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Martes 5 de Septiembre del 2023

Hoy la Iglesia celebra el día de la Beata María de los Apóstoles. Primera Salvatoriana Laica de la SDS. Su nacimiento fue el 19 de febrero del 1833. El 25 de septiembre de 1882 realizó los votos perpetuos como Religiosa de la Sociedad Católica instructiva y muere el 25 de diciembre de 1907. Su beatificación fue el 13 de octubre de 1968 por su Santidad el Papa Pablo VI.

María de los Apóstoles se hace miembro del I grado en la SAE (Sociedad Católica de Enseñanza) y emite su primera promesa ante el P. Carlos Alban Federico von  Leonhardi y lo hace según las reglas de la sociedad, diciendo: "En plena conciencia de lo que estoy haciendo, con la presente, prometo al Rvdo. Sr. Juan Bautista Jordán, sacerdote y Fundador de la Sociedad Apostólica de Enseñanza, obedecerle en todo lo lícito y vivir en el espíritu de pobreza y santa castidad de la misma manera como lo he hecho hasta ahora"

Hoy pedimos a la Beata María de los Apóstoles que nos enseñe su fidelidad al Señor para que así, seamos capaces de vencer todos los  obstáculos que se nos presenten en la vida.

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La santidad de Dios es una fuerza en expansión, y nosotros le suplicamos para que rompa rápidamente las barreras de nuestro mundo. Cuando Jesús comienza a predicar, el primero en pagar las consecuencias es precisamente el mal que aflige al mundo. Hoy nuestro mundo está lleno de palabras, de ruidos, de promesas falsas, engañosas, embaucadoras…. Ante tal avalancha  de palabrería barata, ¿somos los creyentes capaces de crear un  espacio interior en nuestra vida para escuchar y percibir la Palabra de Dios?, más aún, ¿tenemos experiencia  del poder sanador y liberador de las palabras, obras y enseñanzas de Jesús que generosamente cada día se nos proclama?¿podemos alimentarnos con la lectio divina personal, comunitaria o en grupo para no solo escucharla o leerla, sino interiorizarla, saborearla, meditarla, orarla? La palabra del Señor viene a iluminarnos, a mostrarnos el camino, a quitarnos los miedos, los complejos, las cobardías, los apegos malsanos, todo tipo de enfermedades que no hacen sino esclavizarnos y aprisionar nuestra mente y nuestro corazón impidiendo que nos movamos y actuemos con libertad de espíritu.

En el Evangelio de hoy tomado de Lc 4, 31-37 nos muestra a Jesús en la Sinagoga de Cafarnaún enseñando a todos los que estaban allí presentes y todos estaban admirados al ver en Él el poder de sus enseñanzas y como hablaba  con autoridad de ser el Hijo de Dios.

Dice el texto del Evangelio que había en la Sinagoga un hombre poseído por el espíritu de un demonio inmundo que se puso a gritar con fuerza: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: “¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”. Y su fama se extendía por todas partes en aquella región. Lc 4, 31-37.

La liberación del hombre endemoniado es una prueba  para lo cual ha venido Jesús: Liberar no solo a los pobres, ciegos y cautivos, sino también, a quienes se encuentran esclavizados de las seguridades y los afanes del mundo.

Y es que lo que hablaba Jesús no era algo por hablar y sin sentido alguno. Su Palabra es Palabra de Vida pues ella, causa y origina la verdadera vida y es verdad. 

Hermanos, este Evangelio de hoy ha de motivarnos a actuar como lo hizo Jesús: Anunció el Reino de Dios en todos los lugares, pero no en nombre propio sino a través de enseñanzas, sin lazos afectivos, ni intereses sino para liberar y buscar la salvación de todos. 

Preguntemos: ¿Será que somos también como ese hombre que se encontraba endemoniado que no nos interesa escuchar y atesorar las Palabras de Jesús? ¿Será que buscamos excusas o argumentos para desconocer la verdad que predica Jesús?

Señor, no permitas que nos ciegue la arrogancia de nuestras propias opiniones. Ayúdanos a tenerte siempre como la meta de nuestras vidas y que tu gracia triunfe por encima de nuestras soberbias y de nuestros egoísmos. 

 
posted by Laureano García Muentes at 5:11 a.m. | Permalink |


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