"¡Oh Dios!, que todos los pueblos te alaben"...Salmo 66.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Martes 25 de Julio del 2023
Hoy celebra la Iglesia a Santiago, Apóstol hermano de Juan, hijos de Zebedeo. Santiago fue uno de los discípulos que siguió a Jesús y el primero en dar su vida por el Reino. Fue el primer evangelizador de España y sus restos mortales se encuentran en Compostela.
Jesús preguntó a Santiago y a Juan “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?”. Y lo fueron, al darse cuenta de que los puestos de honor en el reino de Dios, en el reino predicado por Jesús, no es estar más arriba que nadie, por encima de los demás, sino ocupar los puestos de servidor, de esclavo, de entregar la vida por los hermanos, de ser él último. “No he venido para ser servido, sino para servir”. Por predicar estos valores del reino, como único camino para disfrutar de la alegría de vivir, a Jesús le mataron, bebió el cáliz de su sangre derramada por no desdecirse de su evangelio, de todo lo que había predicado para inundar nuestra vida de su luz. Este mismo cáliz lo bebió Santiago. Como su Maestro, predicó el evangelio mientras le arrebataron la vida. Ni las autoridades de entonces le hicieron callar y renunciar a la buena noticia de Jesús.
La madre de Santiago y de Juan como lo podemos percibir ambicionaban tener unos puestos de honor dentro del reinado de Jesús.
Jesús les dice que no le corresponde a Él otorgar esos lugares, sino que serán dados a quienes el Padre los tenga reservados. Esto lleva a los otros discípulos a sentir envidia y Jesús aprovecha el momento para enseñarles sobre la humildad y el servicio.
En nuestra sociedad actual, a menudo se busca el éxito y la gloria personal a toda costa, sin embargo, este pasaje del Evangelio nos invita a cuestionarnos si nuestro deseo de éxito está basado en la humildad y el servicio a los demás, o si es simplemente una búsqueda egoísta de poder y control.
Debemos recordar que nuestro propósito como cristianos es seguir el ejemplo de Jesús, quien vino a este mundo para servir, no para ser servido.
Por tanto, debemos comprometernos a servir y ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio. Solo así podemos convertirnos en verdaderos líderes para alcanzar la verdadera grandeza en esta vida y prepararnos a vivir la alegría del Reino de Dios.
Te damos gracias por el llamado a servirte que hoy le haces a nuestra familia, descendencia y todo el que se une a esta oración; permite que ésta sea la oportunidad de ser bendecidos y bendecir a los demás.
Señor, agradecidos por el llamado a ser tus servidores, recibimos de ti, tus bendiciones en el Nombre de Jesús. Amén, Amén, Amén.