lunes, julio 17, 2023

"Nuestro auxilio es el nombre del Señor"...Salmo 124

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 17 de Julio del 2023

La propuesta de Jesús es pacífica. El reino no se establece por medio de la violencia ni de la imposición. Pero, paradójicamente, genera violencia, crea situaciones de violencia en los que se resisten a aceptar la propuesta. Porque esa propuesta es vista como una amenaza. Hay que ser muy fuerte para ejercer la no violencia. Parece una paradoja pero es una verdad de las de siempre. Sólo los fuertes son capaces de perdonar, de ser misericordiosos. Hay que ser fuerte para amar sin condiciones, sin pedir nada a cambio, sin límites. Los discípulos de Jesús deben aceptar que anunciar la buena nueva de Jesús con el testimonio de su vida y con su palabra termina generando violencia en los otros. No siempre pero sí en muchas ocasiones. Defender la justicia para todos, especialmente para los más marginados, para los excluidos, es algo que, como se ha visto tantas veces a lo largo de la historia, ha generado violencia contra el portavoz de esa justicia. Hasta llegar a su eliminación. La historia de Jesús y la de tantos mártires lo muestran claramente. Todos optaron por la no violencia pero despertaron reacciones violentas que terminaron con sus vidas.

El Evangelio de hoy tomado de Mateo 10, 34-42 nos habla de la misión que Jesús encomienda a sus discípulos en la que Él les confía una tarea muy importante, que es predicar el Evangelio y llevar su mensaje a todos los lugares del mundo. Él les dice: "«No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual serán los que conviven con él. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado" Mt 10, 34-40.

Como lo leemos, el texto del Evangelio empieza con una afirmación que causa asombro, pues no se esperaría de Jesús. ¿Cómo puede decir que Él nos trae las bienaventuranzas de los pacíficos; y al mismo tiempo, que no ha venido a traer la paz sino la espada?

Y es que Jesús se refiere a otra cosa: Él va a ser motivo de división. Aquellos que lo sigan es muy probable que padezcan el rechazo de los propios miembros de la familia. Él les habla claramente sobre las dificultades que pueden surgir en esta misión, incluso en las relaciones familiares. Pero les alienta diciéndoles que la recompensa por esta tarea es incalculable, ya que quien recibe al enviado de Dios, recibe al propio Dios.

Hermanos, este Evangelio nos invita a reflexionar sobre nuestra propia misión como discípulos de Cristo. Será que ¿Estamos dispuestos a predicar y llevar su mensaje a pesar de las dificultades que puedan surgir? ¿Estamos dispuestos a renunciar a todo para seguir a Jesús? ¿Somos capaces de recibir a un amigo o un desconocido que llega a nuestro encuentro de la misma manera como lo recibiría Jesús?

Asumamos el camino que nos señala Jesús con valentía y confianza, sabiendo que quien le sigue y le proclama, será recompensado con la presencia del mismo Dios en su corazón.

Señor, concédenos la luz para salir de esa falsa paz en la que nos acomodamos y  evitamos los compromisos de ser auténticos de la fe que queremos profesar. Llénanos de tu gracia para poder profundizar en lo que nos quieres decir hoy por medio de este Evangelio.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:34 a.m. | Permalink |


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