La historia de su imagen se remonta a hace cuatro siglos en el departamento de Boyacá, región andina cuando Don Antonio de Santana encomendero solicitó al español Antonio de Narváez que pintara una imagen de la Virgen del Rosario para ser colocada en una pequeña capilla. Con un sorprendente episodio que es narrado en documentos históricos, se dio inicio a su devoción.

En el Evangelio de hoy tomado de Mt 11, 25-30, Jesús alaba a quienes optan por seguirle la disposición para ir a su lado con toda confianza, pues Él no los defraudará un solo instante, pues es Él y solo en Él, quien da el verdadero sentido a la vida. Y les dice: *"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré."* Mt 11,25-28.

Hermanos, tu y yo somos grandes afortunados porque hemos recibido de Dios esa revelación y ahora nos corresponde responderle con amor y dejarnos llevar por la acción del Espíritu Santo. En el Evangelio de hoy tomado de Mt 11, 25-30, Jesús alaba a quienes optan por seguirle la disposición para ir a su lado con toda confianza, pues Él no los defraudará un solo instante, pues es Él y solo en Él, quien da el verdadero sentido a la vida. Y les dice: *"Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y Yo los aliviaré."* Mt 11,25-28.

Jesús no resiste el modo de obrar de los que tienen el poder y valora la humildad porque es ésta la puerta que Dios siempre tiene abierta para que por ella entremos a disfrutar su Reino. 

Hermanos, tu y yo somos grandes afortunados porque hemos recibido de Dios esa revelación y ahora nos corresponde responderle con amor y dejarnos llevar por la acción del Espíritu Santo.

Santa Madre de Dios, Señora de Chiquinquirá, ruega por nosotros ahora. Concédenos el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios, rencores y la reconciliación de todos los hermanos. Que cese la violencia, que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica. Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. Te lo pedimos a ti, a quien invocamos como Reina de la Paz. Sé para nosotros puerta del cielo, vida, dulzura y esperanza, para que juntos podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.