"Cuánto amo tu voluntad, Señor"...Salmo 119.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Domingo 30 de Julio del 2023
El Reino de Dios
es el Más Preciado Tesoro y vale más que cualquier otra cosa en el
mundo. Por él habríamos de estar dispuestos renunciar a todo lo demás.
En el Evangelio de hoy tomado de Mt 13, 44-52, Jesús narra a la multitud que le seguía una parábola donde compara al Reino de Dios con un tesoro escondido en un campo.
Así nos lo dice el texto: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró. El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente." Mt13, 44-49.
Miremos algo muy importante: Jesús expresa a la gente que el Reino de Dios es una ocasión de la vida en la que todos estamos invitados a ordenarla mediante una conversión radical: Dejar todo por Él. Es decir, renunciar con alegría a lo que terrenalmente se tiene.
Él no quiere que tú y yo lo sigamos para obtener de Él favores o intereses personales sin descubrir lo atractivo y apasionante de ese tesoro que Dios nos regala: El amor fraterno que ha de conducir a la humanidad hacia un mundo nuevo y justo.
Hermanos, para obtener ese gran tesoro (El Reino de Dios) debemos despojarnos de todo, especialmente de lo que no somos y de mucho de lo que somos y aquello que aprieta nuestro corazón, como esos afectos a lo mundano, las inclinaciones a los vicios y placeres, pasiones exageradas y todas aquellas seguridades que nos impiden vivir con pasión el Reino de Dios.
Señor, Tu que eres manso y humilde de Corazón, haz que nuestros corazones sean semejantes al tuyo. Haz que nuestros sentimientos sean los tuyos, que nuestros pensamientos sean los tuyos y que nuestra voluntad sea la tuya para agradarte a ti y edificar a los demás.