En el Evangelio de hoy tomado de Jn 14, 27-31a, Jesús al final de la última cena se dirige a sus discípulos con un saludo de despedida y les da su paz como un regalo que perdurará para siempre. Y les dice: "Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman! Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo." Jn 14, 27-30.

Jesús comparte con sus discípulos su paz y con ella, les llena de vida, amor y alegría para que estén siempre dispuestos a sobreponerse al sufrimiento, el dolor y las fragilidades cambiantes del mundo. Y les pide: "¡No temer ni inquietarse!".

Ante las inseguridades les pide mantenerse firmes porque si están en su amor y su paz, Él siempre estará presente. 

Jesús estaba tranquilo y confiado en Dios, a pesar de que ya estaba pronto a vivir su Pasión. Él no claudicó. Al contrario le llenó de confianza y de fe. 

Hermanos: La Paz que Jesús nos regala no nos libra de los dolores y los sufrimientos, pero si es esa fuerza sobrenatural que nos sostiene y nos hace ser testigos de su amor incondicional. 

Señor regálanos tu Vida, tu Paz y tu Gracia para sentirnos fortalecidos y llenos de seguridad para seguir sin miedo tus pasos. Ayúdanos a ser, portadores de tu Paz para dos nuestros hermanos.