domingo, abril 16, 2023

"Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su Misericordia"...Salmo 118.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 16 de Abril del 2023

Aterrados por la ejecución de Jesús, los discípulos se refugian en una casa conocida. De nuevo están reunidos, pero ya no está con ellos Jesús. En la comunidad hay un vacío que nadie puede llenar. Les falta Jesús. ¿A quién seguirán ahora? ¿Qué podrán hacer sin él? «Está anocheciendo» en Jerusalén y también en el corazón de los discípulos.  Jesús resucitado toma la iniciativa. Viene a rescatar a sus seguidores. «Entra en la casa y se pone en medio de ellos». La pequeña comunidad comienza a transformarse. Del miedo pasan a la paz que les infunde Jesús. De la oscuridad de la noche pasan a la alegría de volver a verlo lleno de vida. De las puertas cerradas van a pasar pronto a anunciar por todas partes la Buena Noticia de Jesús. Jesús conoce la fragilidad de sus discípulos. Muchas veces les ha criticado su fe pequeña y vacilante. Necesitan la fuerza de su Espíritu para cumplir su misión. Por eso hace con ellos un gesto especial. No les impone las manos ni los bendice, como a los enfermos. Exhala su aliento sobre ellos y les dice: «Recibid el Espíritu Santo».

Iniciamos hoy el tiempo Pascual que comprende 50 días desde la Resurrección de Jesús hasta el día de Pentecostés. Un tiempo que  nos ayuda a diseñar nuestro plan de vida nueva y ahondar en ella para lograr alcanzar nuestra verdadera renovación.

El Evangelio de hoy es tomado de Jn 20, 19-31 y nos dice: …que Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jn 20, 24-29.

Aterrados y muertos de miedo se encontraban los discípulos en una casa por temor a que les pasara lo mismo que le sucedió a Jesús. Están sin horizonte, encerrados en si mismo y sin capacidad de salir a ninguna parte para seguir realizando lo que Él les enseñó. 

Jesús toma la iniciativa y se les presenta. Desea rescatar sus esperanzas quitándoles el miedo y dándoles confianza y paz. Él les dice: "La paz este con ustedes. Como el Padre me envió, así  los envío a ustedes" y sopló sobre ellos diciéndoles: "Reciban al Espíritu Santo". 

Hermanos, Jesús nos conoce y sabe de nuestras fragilidades. Muchas fueron las veces que a sus discípulos le criticó su Fe vacilante. Hoy Él mismo nos abre su corazón y con un gesto especial nos impone las manos, nos bendice y nos alienta para que despertemos y salgamos a contribuir en su misión salvífica. Salgamos pues sin temor a conformar pequeñas comunidades para hablar de Él sin miedo con la certeza que su Santo Espíritu nos guía y nos da la sabiduría necesaria para proclamar el Reino de Dios y su justicia. 

¡Señor mío y Dios mío! Ten compasión de nosotros porque, como Tomás, hay ocasiones en que dudamos de nuestra fe. 

 
posted by Laureano García Muentes at 7:01 a.m. | Permalink |


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