sábado, marzo 11, 2023

"El Señor es compasivo y misericordioso"...Salmo 103.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Sábado 11 de Marzo del 2023

El que ama se preocupa por quien falta, siente nostalgia por el que está ausente, busca al que está perdido, espera al que se ha alejado. Porque quiere que nadie se pierda. Se aflige, se estremece en lo más íntimo y se pone a buscarnos, hasta que nos vuelve a tener en sus brazos. El Señor no calcula la pérdida y los riesgos, tiene un corazón de padre y madre, y sufre por la ausencia sus hijos amados. “Pero, ¿por qué sufre, si este hijo es un desgraciado, se fue” Sufre, sufre. Dios sufre por nuestra lejanía, y cuando nos perdemos, espera nuestro regreso. Recordemos: Dios nos espera siempre con los brazos abiertos, sea cual sea la situación de la vida en la que nos hayamos perdido. S.S Francisco (Ángelus, 11 septiembre 2022)

El Evangelio de hoy nos narra una de las parábolas más hermosas y conmovedoras de Jesús: El Hijo Prodigo, esta nos revela la profundidad del corazón y del amor de Dios para con todos nosotros. Esta, también se conoce como La Parábola del Padre Misericordioso.

Dice el texto del Evangelio de Lucas 15, 11-31 que: "Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Pero los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola:

“Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: «Padre, dame la parte de herencia que me corresponde». Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida desordenada. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. Él hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros"...Lucas 15, 11-19.

Hermanos, el centro de nuestra atención al leer esta parábola no ha de estar puesto en el hijo miserable que derrochó todos sus bienes y despreció el amor de su padre, sino centrémonos en ese Padre Amoroso y Misericordioso que es capaz de perdonar al hijo que no se hacía merecedor de su amor.

Ese Padre amoroso y misericordioso está representando a Dios y este, no margina a nadie sino que se alegra de recuperar y salvar al hombre perdido en la soledad de su pecado devolviéndole su dignidad, devolviéndole su categoría de ser hijo suyo y hermano de los demás hombres. 

Jesús, es el Salvador; como tal, vino a nuestro mundo a establecer e instituir la gracia de la misericordia y a reconciliarnos con el Padre Dios. Él perdona de corazón cuando nuestro arrepentimiento es sincero.

Él nos abre sus brazos y nos ofrece la reconciliación, el perdón, la paz y su bondad. No perdamos más tiempo, dejemos que ese Padre amoroso nos abrace y nos ofrezca todo su cariño.

Señor, ¡qué grande es tu amor y tu misericordia! Nos identificamos con esos dos hijos que nos presenta el Evangelio que no saben recibir y corresponder a tu amor. Ayúdanos a confiar siempre en tu gran misericordia pero no permitas que abusemos de tanto amor que nos entregas.

 
posted by Laureano García Muentes at 4:03 a.m. | Permalink |


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