jueves, septiembre 15, 2022

"Sálvame Señor, por tu misericordia"...Salmo 31.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 15 de Septiembre del 2022

Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: “He ahí a tu madre”. Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al mundo una Madre. Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también en nuestra Madre. En aquella hora en la que la fe de los discípulos se agrietaba por tantas dificultades e incertidumbres, Jesús les confió a aquella que fue la primera en creer, y cuya fe no decaería jamás. Y la “mujer” se convierte en nuestra Madre en el momento en el que pierde al Hijo divino. Y su corazón herido se ensancha para acoger a todos los hombres, buenos y malos, y los ama como los amaba Jesús.

Hoy la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen María. Celebración en la que se invita a contemplar sus siete dolores que como madre de Jesús vivió a los pies de la cruz.

Al mirar el texto del Evangelio de hoy tomado de Jn 19, 25-27, vemos a Jesús clavado en la cruz, quien viendo a su Madre y a su lado al discípulo amado, dice a su Madre: "Mujer ahí tienes a tu hijo". Después dice al discípulo: "Ahí tienes a tu Madre". Jn 19, 25-27.

Este Evangelio nos coloca a ti y a mi a los pies de la cruz junto a María, las mujeres que la acompañaban y al apóstol San Juan. Y ahí, contemplar de cerca el sufrimiento físico y emocional de María, la madre de Jesús, sin desestimar lo que también vivían sus acompañantes. Jesús estaba abriendo el corazón de su Madre a la maternidad espiritual de los discípulos representados en la persona del discípulo amado, Juan. Este discípulo había dado muestra de una identidad firme permaneciendo fiel a Él hasta en su crucifixión. Con este gesto, Jesús, convierte a su madre,  Madre la Iglesia. 

Con el ejemplo de humildad  y disponibilidad de María a la voluntad de Dios, nos ha de ayudar a comprender el significado de nuestra Fe en la Misión de anunciar el Evangelio sin ningún tipo de fronteras. 

Pidámosle a la Santísima Virgen María, dolorosa bajo la cruz de su Hijo, que interceda por todos nosotros en todos los momentos de sufrimientos y dificultades para que en medio de ellos, comprendamos y aceptemos su gran ejemplo de confianza a la voluntad de Dios. 

Señor Jesús, aunque experimentemos dificultades y problemas, situaciones de sufrimiento y dolor, momentos difíciles de comprender y de aceptar, siguiendo el ejemplo de María, tenemos la seguridad que todo tendrá una razón y un sentido. Sin embargo somos débiles para ofrecerte que queremos ser purificados en el dolor… simplemente sabemos y confiamos en que nos darás lo que necesitamos para entrar un día en el cielo.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:23 a.m. | Permalink |


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