lunes, septiembre 13, 2021

"Bendito el Señor, que escuchó mi voz suplicante"...Salmo 27.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Lunes 13 de Septiembre del 2021

La salvación de Dios es para todos cuantos la buscan y la acogen; Jesús la ofrece cuando se encuentra con hombres y mujeres con actitudes abiertas: “Ni en Israel he encontrado tanta fe” . No importa la condición social, ni la procedencia; es el corazón lo que Él mira y ahí se descubren las opciones más profundas y vitales.

En el Evangelio de hoy podemos apreciar como percibe el pueblo a Jesús a quien ven como un hombre que ayuda al pueblo, que sana a desvalidos y endemoniados, cura las personas enfermas y escucha el clamor del pueblo oprimido. 

Jesús había terminado de exponerle al pueblo sus enseñanzas y un centurión que tenía enfermo y a punto de morir a un criado se enteró de su presencia en Cafarnaún y le envió unos ancianos para suplicarle que  fuese a su casa y lo curará.  

Jesús se puso en camino y cuando el Centurión se entero que estaba cerca le mando unos amigos para que le dieran: "Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: "ve", y va; al otro: "ven", y viene; y a mi criado: "haz esto", y lo hace" Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: "Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe" Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano. Lc 7, 1-10.

En el contexto del Evangelio no se aprecia la Fe que tenía el pueblo pero, si la de ese centurión Romano que solo había escuchado hablar de Jesús, sus enseñanzas y milagros y reconoce en Él su autoridad sanadora.

Una fe que ha de ser modelo para la humanidad pues reconoce y respeta y cree en Jesús y le dice: "Basta que digas una palabra" y aquí está ese gran salto, ese gran paso: Cree de forma serena y confiada que solo con una palabra podía cambiar las circunstancias convertirlo en un hombre nuevo.

Fe y humildad se encuentran  y se combinan; y es esta una combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias. Son estas dos actitudes que se requieren para hacerle a Dios una petición mediante una oración. Pidámosle al Señor que nos ayude y nos enseñe a suplicar con sincera confianza como lo ha de hacer un hijo con su padre aunque no sea digno de su amor. 

“Señor Jesús, Tú aceptas la actitud de fe, de confianza y de humildad de un hombre que no pertenecía a tu pueblo. Yo también lo quiero vivir con sinceridad, Señor. ¡Ayúdame!”.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:30 a.m. | Permalink |


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