"Dichosos los que temen al Señor "...Salmo 127
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Jueves 3 de Junio del 2021
JESUS NOS INVITA A CONSTRUIR MODELOS UNICOS DE AMOR QUE TENGAN COMO FIN EL QUERERNOS LOS UNOS A LOS OTROS.
El Evangelio de hoy tomado de Mc 12, 28b-34, nos presenta el diálogo de un Saduceo miembro del movimiento judío con Jesús que pretendía tenderle una trampa para desacreditarlo ante el pueblo; y le plantea la pregunta: "¿Cual es el primero de todos los mandamientos?" y Jesús le respondió: "El primero y más importante es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. El segundo es: Amaras al prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que éstos" Mc 12.....
El Letrado quedó impresionado por la forma sabia como respondió Jesús a su pregunta; y por tanto, se forma una opinión personal de quien es Él.
Es de anotar que Jesús le resalta al Letrado la importancia del Amor a Dios de entre todos los mandatos o disposiciones que tenían en práctica; y que el Único Señor es Dios y no los jefes y autoridades que estaban despojando y sometiendo al pueblo; olvidándose de todas sus necesidades primarias.
Hoy Jesús nos recalca ese término muy importante y que quizás a muchos de nosotros se nos viene olvidando: Amarás y este "amaras", nos invita como miembros de la Iglesia a que construyamos en nuestros medios donde vivimos, modelos únicos de amor que tengan como fin esencial, el querernos unos a otros; buscando crear en todos los lugares, condiciones humanas de convivencia bajo la ética social, de la misma forma como nos estamos amando nosotros mismos.
Tú y yo tenemos la responsabilidad de educar a otros sobre lo que contiene y nos pide la Palabra de Dios y que ésta, sea puesta en práctica. Solo así, damos cumplimiento al mandato de Dios de hacer crecer la Fe en la humanidad a pesar de todas las circunstancias.
“No le digas a tu prójimo: ve y vuelve y mañana te daré, cuando tienes contigo que darle.” Proverbios 3:28: