REFLEXIÓN AL EVANGELIO DE HOY 

Domingo 7 de Marzo del 2021

JESÚS NOS INVITA HOY A DESPOJARNOS DE TODO LO QUE ES SUPERFICIAL PARA QUE ASI, PODAMOS SEGUIR AVANZANDO EN SU CAMINO. 

El Evangelio de hoy tomado de Jn 2, 13-25, nos invita a echar una mirada hacia nuestro interior para despojarnos de todo lo que es superficial y así, avanzar a lo que es esencial para nuestras vidas.

Como lo narra el Evangelio de hoy, Jesús llega a Jerusalén y el pueblo se preparaba para celebrar la Pascua. Al llegar al templo lo encuentra lleno de mercaderes, comerciantes y cambistas que se estaban aprovechando de la debilidad de las personas para negociar su fragilidad. Pero Él muestra su cólera y expulsa a todos estos mercaderes de ese lugar de oración.

Y es que se estaban preparando para la celebración de la Pascua. Una Pascua que era las más importantes de sus fiestas dentro del año judío, porque con ella se conmemora la liberación de Israel del yugo de la esclavitud en Egipto y el paso del Señor en la noche de la primera Pascua.

Jesús se revela contra los jefes religiosos por su hipocresía y falsedad. 

Su presencia y manera de actuar para muchos nos parecerá extraña por que lo que hemos palpado a lo largo de sus correrías era la predicación del amor.

Hoy vemos a ese mismo Jesús agresivo y violento, pero no era por malo, ya que con su actuar nos quiere enseñar que ante los actos que atentan la sana vida, la libertad y la fraterna convivencia hay que ser fuertes para resistir y poder avanzar superando todos los obstáculos para vivir la dignidad e ir hasta donde Dios nos quiere llevar.

Él les decía: *"Saquen eso de aquí y no conviertan la casa de mi Padre en un mercado"* Jn 2, 16 

*La casa de mi Padre es un lugar de oración, no es para hacer mercancía con la pobreza de la gente sino para honrar desde la debilidad de los pobres al Padre de los Cielos que a ellos le tiene reservado la revelación los secretos para la construcción de un nuevo mundo"*

Es el Amor por los más necesitados lo que mueve el corazón de Jesús y ese amor le hace ir más allá de lo esperado.

Jesús es el nuevo templo;  el nuevo templo para la Iglesia. No dejemos que nuestro que su templo se llene de mercaderes (pecados). Hagamos de él, el mejor de los templos para que en él, habite Jesús.