"Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios "..."No te reprocho tus sacrificios, pues siempre están tus holocaustos ente mi. Pero no aceptaré un becerro de tu casa, ni un caballo de tus rebaños "...Salmo 49.
RFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Martes 2 de Marzo del 2021
ESTAMOS LLAMADOS A QUITARNOS LAS MASCARAS Y REVESTIRNOS CON LAS VESTIDURAS DE DIOS SIENDO SINCEROS.
Hoy el Evangelio tomado de Mt 23, 1-12, nos presenta una de esas constantes controversias que Jesús venía sosteniendo con los judíos que rechazaban sus enseñanzas; porque ellos no practicaban las enseñanzas que la ley de Moisés les exigía en el Torá.
El como buen observador veía que estas leyes habían convertido en unas sufridas obligaciones y ritos al pueblo, obligaciones que ni ellos mismos practicaban ni creían. Por ello Jesús los denuncia con autoridad.
Miremos: Este Evangelio de hoy es una crítica para nuestras actitudes como miembros de la Iglesia; y más para aquellos que se consideran unos maestros y autosuficientes en las cosas religiosas.
¿Cuántas veces nos han llamado Fariseos por no hacer lo que se nos manda y queremos que otros si hagan lo que no hacemos y practicamos? ¿Cuántas veces exigimos que otros obren de tal o cual manera sin mirarnos primero como estamos actuando? ¿Cuántas veces ante otros nos llenamos de orgullo y vanidad para mostrarnos conocedores de las leyes y normas religiosas, solo para que solo nos vean los demás, o nos tomen fotos para salir en escena como protagonistas?
Estas actitudes sacan de casillas hoy a Jesús por la falta de coherencia y por ello, les llama, sepulcros blanqueados o lobos disfrazados con piel de ovejas.
Hoy estamos llamados a quitarnos las máscaras y revestirnos con las vestiduras de Dios que nos dice: "El mayor entre ustedes será el que los sirve. Porque el que se eleva será humillado y el que se humilla será elevado" Mt 23, 11-12.
Hoy este Evangelio nos llama a la sinceridad.
La propuesta de Jesús está fundamentada en que unamos la Fe y la Vida para así, al final de nuestras vidas podamos participar en el banquete que Dios nos ha preparado con tanto amor en los cielos.
No justifiquemos nuestros errores en los errores de los demás.