REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY
Viernes 27 de Diciembre del 2019
"NO TEMAN YO RESUCITE PARA DARLES VIDA ABUNDANTE" .
Arde el corazón y se siente en él, la presencia del Señor. Tú Jesús vives en nuestros corazones y nos invita cada día a avanzar sin temor a nada. Te damos gracias por tú bondadosa Misericordia.
Hoy la Iglesia celebra la vida del Apóstol y Evangelista San Juan. Un gran testigo de la Vida y la Palabra de Jesús, como también, de la experiencia la vida nueva que se vive dentro de la comunidad apostólica que se mueve y está presta a salir para anunciar la alegría de la resurrección.
Hoy en el Evangelio tomado de Jn 20, 2-8 nos narra la experiencia de la Resurrección de Jesús vivida de cerca por María Magdalena y los apóstoles que estuvieron muy presentes y a su lado: Simón Pedro y Juan, el discípulo amado.
Narra el Evangelio que: " María Magdalena llega corriendo a donde estaban ellos y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto" Jn 20, 2
María Magdalena fue a visitar la tumba de Jesús con la intención de ungir le su cuerpo con perfumes. Al llegar a ella, nota que la piedra que colocaron en la entrada estaba quitada y pensando que se habían robado el cuerpo, sale presurosa a avisarle a su comunidad, los discípulos el hecho que vio.
Que actitud admirable de María Magdalena, ve y corre a anunciar la noticia.
Pero ella, aún no entraba en razón sobre la resurrección real de Jesús, quien tantas veces, venía anunciando.
Simón Pedro, Juan y María Magdalena corrieron de vuelta al sepulcro, pero sin aún entender ese paso de la muerte a la vida.
No se trataba de una aparición, sino de una de las "etapas que ellos tenían que recorrer" para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de esperanza que este hecho sublime que les abriría una nueva etapa en sus vidas.
Ellos, vieron una tumba vacía, las vendas yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte, pero, un Ángel de Dios, les recordaba ese anuncio hecho y la alegría que debían sentir.
Ante estos hechos San Juan vivía y sentía con la certeza se fue apoderando de su corazón, que "Jesús está vivo". Y ésta es la certeza de la fe.
Si "Jesús está vivo", y esta convicción nos llena el corazón al igual que a todos los creyente cristianos.
La fe en la Persona viva de Jesucristo tiene el poder de abrir nuestros ojos para reconocerlo operante y presente en los sacramentos de la Iglesia, en los demás hombres, sobre todo en los que sufren y en nosotros mismos.
Cristo, a través de su Iglesia, "está vivo" y habita en medio de nosotros.
La vida de comunidad debe estar siempre dispuesta a recibir las buenas noticias y a salir presurosa avanzando con pasos firmes para anunciar a la humanidad que Cristo, el Resucitado, está vivo.