¿Cuantos actos realizamos a diario solo pensando sacar de ellos el mayor provecho para nosotros, borrando de la memoria que nuestra felicidad está conectada con los demás?
Hoy nuestra reflexión está enfocada a que vivamos el abandono de esos intereses egoístas que ostentamos y pensemos que son muchos los que viven a nuestro alrededor abandonados de nuestro amor fraterno y solidario.
Miren, el mundo posee muchas distracciones que nos son llamativas, ellas nos atraen y atrapan. Muchos somos débiles y movedizos que caemos fácilmente en sus brazos y sin pensarlo, nos apartamos de Dios. Por ello se nos hace necesario pedirle su luz, nos aumente la fe y nos llene de fortalezas para hacernos copartícipe de su amor misericordioso, realizando actos que den muestra de nuestra disposición de enfrentar toda situación contraria y que con esas vivencias seamos símbolos vivos de su presencia en el mundo.
¿Tengamos claro que sin los otros la vida no tiene sentido. De que nos vale tener victorias aisladas si no la podemos compartir con los demás? ¿Para qué tantos descubrimientos e inventos si ellos no los ponemos a disposición de los demás? No podemos darle nuestra espalda a las realidades. Dios recompensa grandemente toda generosidad.
A la luz del Evangelio, ser solidario significa hacer propias las necesidades del otro; sentirse comprometido y actuar por el prójimo, soldando, haciendo una las necesidades o voluntades de dos o más personas. Para que se cumpla esta condición, es necesario primero que ambas partes se pongan en el lugar del otro, y en el extremo, se nieguen a sí mismos, al ser y actuar, por y para el otro, haciendo propia la situación ajena; y transformando así la relación en algo perfecto, pleno y verdadero, en función del amor y del plan de Dios. Vemos claramente que en el auténtico sentido cristiano, puede haber solidaridad sólo si la acción nace de la caridad, la cual le brinda los beneficios y plenitud de alcances que otorga el amor.
Dios nos guía y nos lleva a vivir los dones que nos ha regalado para así, asumir con decisión y sin temor las tareas que nos ha encomendado. Él quiere que nos comprometamos con su plan de salvación siendo anunciadores de su Vida y de su Palabra, con hechos y acciones que den testimonio de su existencia.
Descubramos hoy cual es el propósito de Dios para cada uno de nosotros y realicemos con la ayuda del Espíritu Santo vivir la lógica de Dios ante la lógica del mundo, dejándolo actuar libremente en nosotros.
SEÑOR, TE ENTREGAMOS HOY TODO LO QUE SOMOS Y TODO LO QUE QUEREMOS, QUEREMOS QUE SEAS NUESTRA GUIA EN LAS LUCHAS DIARIAS.