Para que podamos vivir una verdadera amistad con Jesús debemos expresar con nuestra vida, una nueva forma de vivir. Debemos expresar en nuestros medios de vida, con nuestras palabras y actos, la bondad que existe en nuestro corazón, lo humilde, la mansedumbre y la misericordia con nuestro prójimo, el amor por la justicia y la verdad, el empeño sincero y honesto por la paz y la reconciliación.
Éste, podríamos decir, es el carné de identidad que nos califica como auténticos amigos’ de Cristo, que dicho en otras maneras, ha de ser nuestro pasaporte que nos permitirá entrar en la vida eterna.
Para convertirnos en verdaderos amigos de Cristo, tenemos que ser vehículos para el mundo de la salvación; esa misma salvación, que Jesús ha obrado con su muerte y resurrección en nosotros, y que no ha de quedar enclavada en nuestro corazón, sino que ha de ser transmitida de manera universal a todos los hombres sin distinción de raza, religión o clase social.
Jesús nos ha propuesto, que para lograr ser sus verdaderos amigos y poder alcanzar la salvación, tenemos que luchar con mucha decisión y entereza, así nos lo comunica el Evangelio de San Lucas. Cap 13, 23-24 «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán».
Este mensaje del Señor, contradice a los que se ilusionan con ser privilegiados, pues todos pueden entran en la vida, pero todos por la puerta estrecha: No hay privilegiados. El pasaje a la vida eterna está abierto a todos, pero es estrecho, porque es exigente, requiere empeño, abnegación, mortificación del propio egoísmo.
Estas palabras del Evangelio también nos invita a considerar el futuro que nos espera y al que nos debemos preparar durante nuestra peregrinación en la tierra para que vayamos preparando ese encuentro definitivo con el Padre y para que junto a Él, participemos del banquete de la vida inmortal junto con todos aquellos que aceptaron la invitación de seguirle y serle fiel.
Jesús nos propone a todos por igual la misma condición: Esforzarnos por seguirle e imitarle, tomando sobre sí, como hizo Él, su propia cruz y dedicando la vida al servicio de los hermanos.
SEÑOR, ILUMINA NUESTRO CAMINAR, QUEREMOS SER SIGNOS DE TU PRESENCIA EN EL MUNDO.