viernes, julio 23, 2010
RENUNCIEMOS A VIVIR SEGUN LAS LOGICAS DEL MUNDO

El mundo esta lleno de lógicas consumistas que pretenden cada día conducirnos a la esclavitud. Muchos somos los hombres que nos hemos dejado influenciar por ellas; y por querer lograr riquezas materiales, encausamos la vida por cañadas oscuras; y cuando creemos llegar al final de ella, por nuestro egoísmo exagerado, solo encontramos frustraciones y crisis en nuestras vidas familiares y sociales.

Y es ahi precisamente donde el hombre se olvida de Dios, por que solo piensa en satisfacer sus propias necesidades y se aparta de la convivencia amorosa y fraterna con todos aquellos que le pueden hacer vivir y añorar por una verdadera felicidad. No se puede servir a Dios y a las riquezas, declaró Jesús de modo tajante.

Los que se preocupan por los bienes materiales considerándolos lo definitivo, lo necesario para que su vida esté colmada de sentido, el remedio suficiente para la solución de eventuales problemas..., esos han errado en el sentido de su existencia.

El dinero, la técnica, el desarrollo, la cultura, la salud, el progreso en general, la capacidad de influir o de dominio..., no pueden pasar de ser medios instrumentales. Nada de eso es malo de suyo, pero se vuelve en verdad nefasto si se lo coloca como objetivo, si no se contempla más allá otra cosa que el bienestar material y la seguridad terrena.

Y el que confunde los medios con el fin de su vida, ha confundido el sentido de su vida. Su existencia está destinada al fracaso, como la del pez que se empeñará en volar: no conseguirá su plenitud en absoluto, por más que se le antoje fascinante el vuelo de las aves y por volar escape del agua.

La tan conocida insatisfacción que producen en el hombre los bienes de este mundo, debería ser motivo, más que suficiente, para que bastantes dieran un giro decisivo a sus planteamientos, tal vez no comprometidos lo suficiente, por el momento, con la búsqueda decidida de Dios mismo.

La pobreza como virtud es entendida como desapego intencionado de las cosas, para que sea Dios el fin último del hombre. En este contexto se entienden bien las palabras que pronuncío Jesucristo cuando alabando a los pobres, dijo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos”.

Vivamos pues, en las manos confiadas de Dios Padre, sabiedo confiadamente, que nos da a diario el pan que necesitamos cada día, que calma nuestras necesidades y no nuestros caprichos.

SEÑOR, TU NOS ANIMAS CADA DIA LLENANDONOS DE ESPERANZAS EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS DEL MUNDO.
 
posted by Laureano García Muentes at 9:11 a.m. | Permalink |


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