jueves, septiembre 24, 2009
TENGAMOS ACTITUDES DE ACOGIDA, RESPETO Y DE VALOR

Si tenemos actitudes de acogida, de respeto y de valor hacia los demás, veremos como en nosotros se nos van multiplicando las bendiciones. Y de verdad, cuando nos esforzamos en tratar bien a nuestros hermanos, recibimos de parte de Dios muchas sorpresas que se nos van multiplicando a través del tiempo.

Solo Dios sabe y conoce el corazón de los hombres. Él sabe que cuando se desprecia a otro, en corto tiempo, ese sentimiento se nos devuelve hasta triplicado, ¿sabes por que?, porque no hay enemigo pequeño.

Hoy es el momento de pensar y de acoger a Dios en nuestros corazones, Él nos favorece a pesar de todas las circunstancias de nuestras vidas, solo Él es misericordioso hasta el extremos, porque nos ama de verdad.

Debemos sentirnos invitados a cada instante por Dios a ser sencillos, a reconocer con humildad las posibilidades del otro, a no gloriarse, ni tratar con desprecio o maldad a otro de nuestros hermanos, porque corremos el peligro de equivocarnos y con alto precio.

Jesús fue sencillo hasta el extremo, tanto, que se entregó por amor, por la lucha incansable de devolverle al pobre, al maltratado, al desplazado, sus derechos con justicia, solidaridad y amor fraterno para que con fe y sabiduría, lograse ser feliz y alcanzar la paz.

Recordemos siempre que somos un soplo de Dios y que nuestra existencia depende de Él, que no somos más que nadie; porque todos fuimos creado por Él, a su imagen y semejanza.

Cuantos hoy nos equivocamos y vivimos sin colocar los pies en la tierra, perdemos las nociones que fundamentan la vida y terminamos repitiendo esquemas de personas que han sembrado en el mundo la exclusión y el robo de la dignidad humana.

La Palabra de Jesús nos marca el paso a ser humildes y sencillos, cuando en ella nos dice que si somos invitados a una fiesta, no nos pongamos en los primeros puestos, porque si llega alguien más importante que nosotros, nos va a pedir esos puestos. Nos recomienda, que nos hagamos a los puestos últimos, a los de atrás. Porque llegará nuestro amigo y nos dirá, tu, ves, siéntate adelante.

No despreciemos a nadie, porque ese alguien puede tener las llaves de nuestra bendición.

SEÑOR, ENSEÑANOS A SER SENCILLOS Y MISERICORDIOSOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:43 a.m. | Permalink |


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