Tengamos la seguridad infinita que el Dios de la ternura está de nuestro lado para que nada nos destruya. Así, con insistencia Él nos lo repite: “¡Calma! Soy Yo: No tengan miedo”.

¿Cuantos hoy quisiéramos escuchar sus palabras que salen de su boca y llegan a nuestro corazón, dándonos paz y serenidad?

De verdad, no quisiéramos temer ante los problemas (deudas, conflictos con las personas que amamos o quienes convivimos y nos relacionamos a diario, enfermedades, etc.) que parecen destruirnos y acabarnos; ellos, se nos presentan casi a diario como olas muy fuertes en el mar embravecido de nuestra vida y que parecieran hacer estallar en mil pedazos nuestra barca.

Hoy les pido que nos detengamos un momento y nos sentemos a meditar lo que nos dice el Maestro Jesús, que se manifiesta con autoridad y doblega todo mal.

Sus palabras nos devuelven la serenidad y la tranquilidad para seguir con firmeza el desarrollo de nuestras metas y sueños que hemos añorado, junto a nuestra familia y con las personas que amamos.

Jesús caminando sobre el mar de nuestra vida, con mucha ternura porque nos ama, nos dice: “¡Calma! Soy Yo: No tengan miedo”.
Sus palabras han de darnos paz y tranquilidad. Que bueno e ideal sería que la asumamos, con mucho amor, la sembremos en nuestro corazón y con ellas, venzamos los sentimientos del miedo y de la oscuridad, para que así, con decisión, nos levantemos y continuemos el recorrido de nuestra vida con paso firme.

Tengamos la certeza que Él siempre está a nuestro lado y si Él va con nosotros no hay nada a quien temer. Porque nada ni nadie podrá dañarnos el corazón.

Dejemos pues que Jesús actué en nuestra vida como lo hizo en la vida de los hombres que le siguieron y que nos narra el Nuevo Testamento. La confianza absoluta en Él ha de generar todo el amor en nosotros mismos para así, con paso firme arranquemos hacia el triunfo. ¡No tengamos Miedo. Vamos arriésgate y ten animo!.


SEÑOR, ESTAMOS SEGUROS QUE ESTAS A NUESTRO LADO Y CONTIGO NO HAY NADA A QUIEN TEMER.