En cuántas instituciones Religiosas o Sociales se da una lucha despiadada en las personas por subir de rango en su trabajo, responsabilidad o servicio. Se pisa y se hunde al otro con tal de ser el mejor y estar por encima de los demás. Llevamos a la práctica la frase maquiavélica de "el fin justifica los medios”.
Si, solo se piensa en que hay que ridiculizar, criticar o humillar a nuestro contrincante, y… así, sin mentira alguna, lo hacemos.

Hoy el mundo sólo acepta a los "grandes", a los mejores, a los primeros en el ámbito económico. Así lo vemos y escuchamos a diario en la prensa hablada o escrita. Nuestros jóvenes de hoy solo ansían tener lo mejor del momento, aunque no les falte nada o lo tengan todo.
El hombre se está olvidando en cada instante de su dignidad, de que está hecho para conseguir ideales más grandes, que un poco de gloria o de tener abundantes riquezas.

Es esa hoy a grandes rasgos nuestra verdadera realidad aunque nos duela. Pero, es así la forma como los hombres y mujeres hemos estado construyendo nuestro mundo día a día.

Vemos en las Sagradas Escrituras que a los discípulos de Jesús les surgían estos aires de posesión que tiene todo hombre, por eso le preguntan a Cristo quién será el primero en le reino de los cielos. Más sin embargo, Jesús les saca de dudas respondiéndoles que aquel que sea como un niño.

Su respuesta fue para ellos un poco desconcertante porque todos eran ya mayores de edad y como que eso de volver a las cosas de niño, no se vería muy bien en ellos. Obviamente, Jesús se refería a ser como niños en el espíritu, porque si alguien nos da ejemplo de inocencia, sencillez, pureza, sinceridad, cariño son precisamente los niños. En ellos no se da la doblez, morbosidad, envidia que desgraciadamente florece en algunas personas mayores. Los niños conquistan a todo mundo precisamente por su espontaneidad e ingenuidad que nace de su sencillez.

Y es ahí precisamente, donde ha de estar nuestro compromiso como seguidores de Jesús y de los apóstoles: Dar testimonio en todo tiempo y lugar que somos como niños, que demostremos a las gentes que la realidad de Dios es otra y que estamos tomando una actitud opuesta a los criterios del mundo.

Cristo nos dice que si queremos ser los primeros seamos los últimos, y si queremos ser los más grandes sirvamos a todos. Lo que más vale en el hombre, es su vida interior, sus virtudes, su voluntad, y no cuánto tiene o posee.

Es esta una invitación para que como Cristianos nos miremos muy sinceramente la intención del por que buscamos las virtudes espirituales. Si es por amor a nosotros mismos o es para que nos vean las demás personas. Si es que todo lo que hacemos es para que vean lo bueno que somos, o si, las buscamos para crecer en nuestra vida espiritual con esa sencillez con la que se dirige un niño a sus padres.

Pidámosle hoy a Cristo la gracia de ganarnos el primer puesto en el Reino de los cielos por nuestra sencillez y sinceridad en el momento de servir a los demás. Y que la gracia de la humildad se expanda no solo a nosotros sino también a todos nuestros familiares a fin de que un día lleguemos a ese Reino que nos muestra Dios siendo gratos a sus ojos.

SEÑOR, DANOS UN CORAZÓN COMO EL DE LOS NIÑOS PARA REFLEJAR TU AMOR AL MUNDO