
“No tenemos la necesidad de estar detrás de la gente cada día mendigando el cariño, ni llorando reconocimientos o aplausos, ni estar aguantando humillaciones, ni desplantes por sentirnos amados. Eso tenemos que entenderlo muy bien. Cuando sintamos el vacío del amor, miremos la cruz. Tengamos presente que con ella y en ella, alguien sufrió hasta la muerte por amor a nosotros” Ello lo decía un Religioso en su homilía el día que celebrábamos la Santa Cruz.
Y de verdad todos debemos sentirnos amados por Dios quien es la base principal del amor que nos ha de impulsar hacia el triunfo. No somos cualquier cosa, somos hijos amados de Dios Padre con todas las posibilidades y capacidades para salir adelante en las situaciones adversas.
Descubramos cada día y a cada momento como nos bendice Dios. Cada segundo y minuto que vivimos son momentos de bendición que nos ha de llenar de alegría y regocijo, porque nos lo regala para que con ellas vivamos en su amor.
La cruz no es fácil de entender. Hoy somos muchos los que la hemos vuelto un artefacto cualquiera o un adorno más en nuestras casas y no más. Los Griegos la asumían como una estupidez y los Judíos y algunos hermanos separados, como si fuese una maldición.
Fue San Pablo quien nos hizo ver que era el signo del amor inmenso, grande e infinito de Dios para con nosotros los hombres y que nada ni nadie podrá separarnos de separarnos del amor que Dios nos ha mostrado a través de Cristo nuestro Señor.(Rom.8.39)
El sacrificio de Jesús en la cruz fue para hacernos presente a cada instante, el amor que siente Dios por nosotros, sin distingo de raza, religión o clase social. Aunque hayan crisis afectivas, nadie puede sentirse desdichado y sin amor, porque Dios nos ama mucho y ese amor que nos da, nos brinda el sentido para continuar la vida.
Las inestabilidades afectivas, las adicciones, las peleas en familia y con amigos, el orgullo, la envidia, la competencia desleal, son manifestaciones humanas que hacen no sentirnos amados. Pero animo y levantémonos con prontitud porque Cristo murió en la cruz y resucitó para que tengamos vida verdadera y abundante.
SEÑOR, TU NOS AMAS Y NOS BRINDAS EL CAMINO VERDADERO HACIA TI, TÓMANOS Y GUÍANOS.