miércoles, diciembre 03, 2008
JESÚS PIDE QUE NOS HAGAMOS PEQUEÑOS ANTE LAS GRANDEZAS HUMANAS

En los Evangelios, Jesús crítica a quienes buscan solo honores y prestigio, aparentando lo que no son. Ese comportamiento, no tiene cabida dentro del grupo de aquellos que desean sinceramente seguir detrás de Él, alcanzando sus huellas.

Su señalamiento es muy claro cuando manifiesta que tanto a los arrogantes como a los orgullosos les pedirá cuenta sobre su gestión adelantada por enaltecer el Reino en la tierra y les requerirá tajantemente ceder el puesto que ostentan a los humildes y sencillos de corazón y que se esfuerzan día a día por trabajar entregando su amor a los demás.

Hoy los invito a que reflexionemos sobre nuestros comportamientos porque nada nos aleja tanto de nuestros hermanos y de la presencia de Dios como lo es el actuar con altanería y el querer competir para ser más que el otro.

Actuar con humildad parece ser una actitud que no es bien apreciada por la sociedad porque a muchos son los que les indigna esos comportamientos y por el querer siempre seguir allí anclados en ese pedestal que se han venido creando en su mente y corazón de querer ser superiores a los demás. Se olvidan que la sencillez y la sinceridad son virtudes que ganan corazones.

¿Cuantos somos los que en el mundo idolatramos nuestra propia imagen, nuestro prestigio, poder, dinero, y hasta nuestra propia dignidad? Confundimos esos “poderes” para hacer creer ante la sociedad y los demás que somos superdotados y que estamos con ellos prestos y preparados para ocupar los primeros puestos.

En el sermón que dio Jesús en el monte (Las Bienaventuranzas), pudo darse cuenta de que una cosa era el cambio y otra la reforma, y acogió el primero. Cambiar es construir la realidad sobre cimientos nuevos, hacer nuestro edificio con bases nuevas y desde lo más profundo del corazón.

Existe desde hace muchos años un orden establecido en el mundo basados en el prestigio, el poder y el dinero; al cual Jesús pide abandonar para optar unas buenas relaciones con todos, compartiendo, sirviendo y sin ostentar.

Vivir las bienaventuranzas es vivir el orden nuevo que se propaga dentro de la sociedad como la formula perfecta que conduce a la felicidad verdadera.

JESÚS HOY NOS DICE: BINAVENTURADOS LOS QUE HOY VIVEN PERSEGUIDOS POR SU FELICIDAD, PORQUE ÉSOS TIENEN A DIOS POR REY.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:58 a.m. | Permalink |


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