lunes, octubre 27, 2008
CAMBIEMOS NUESTRAS ACTITUDES INDIFERENTES

Cada día que pasa, sentimos que la vida se nos va convirtiendo en algo cada vez más difícil porque los quehaceres y las cosas del mundo, arrastran y llevan sin rumbo fijo hacia comportamientos que van mostrando la indiferencia a las situaciones que ocurren a nuestro alrededor. Parece ser, que nos hemos convirtiendo en andantes dormidos en la incredulidad y apáticos a las cosas de Dios y ha todo aquello, que perturba nuestra convivencia fraterna y solidaria.

Ante esa avalancha de situaciones, vemos que hoy somos muchos los hombres que nos hemos dejado influenciar por esos que dicen llamarse “nuevos profetas” y que anuncian paraísos artificiales y hasta salvaciones a bajo precio.

No somos ajenos a nada, cada día vemos como se incrementan por todas partes los vicios, la prostitución y el abuso de menores. Hay ya corrupción a todo nivel social y familiar, se aumenta el consumo del alcohol, la droga y el sexo; ellas, nos van envolviendo de tal manera que, junto a nuestras familias caminamos por montañas y lugares donde nos parece cada vez más, difícil la salvación.

Se nos bloquean por todas partes los caminos que llevan a construir la vida familiar ejemplar y una sociedad armoniosa a la propuesta hecha por Dios. Ya hoy somos muchos a los que nos hace falta la ilusión, el sentido de pertenencia, el amor propio y por los demás, la amistad, la familiaridad, la justicia, la paz y la alegría.

¿Que hacer?, No es posible ver la salvación de Dios, si nuestros corazones están cerrados por el pecado, si no hay camino hacia el cambio, la conversión y el deseo ardiente de vivir y compartir no podemos sobrevivir. Se nos hace necesario y urgente que iniciemos desde ya y con toda radicalidad el trabajo de enderezar nuestras vidas, eliminando todos esos obstáculos que nos impiden acercarnos a Jesús.

Rebajemos nuestras soberbias, odios, egoísmos, rencores y reconociendo que somos pecadores, nos acerquemos al Padre- Dios para pedirle su misericordia; tal como lo hizo el hijo prodigo que después de gastar su herencia, arrepentido de todo corazón, encontró a su padre dispuesto a recibirle y a perdonarle.

Dejemos a un lado esos gritos y ruidos mundanos que nos desorientan la verdadera convivencia con Dios; y junto a Jesús vivo en nuestros corazones, vayamos pisando en tierra firme y haciendo brillar en nosotros, el amor, la justicia y la paz.

SEÑOR, AYUDANOS A ENDEREZAR NUESTROS CAMINOS Y CON EL CORAZÓN DISPUESTO NOS ACERQUEMOS A TI.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:48 a.m. | Permalink |


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