domingo, septiembre 21, 2008
QUIEN VIVE CON ESPERANZA TOMA EN SERIO SU VIDA

La esperanza es la actitud fundamental de la existencia de todo hombre, pues ella solo es posible cuando alcanzamos de verdad y con todo vigor, la liberación sobre el estado de inconsciencia a la que nos tiene sometido el mundo y aprendamos a vivir de manera justa, lucida y responsable.

Para un cristiano de verdad, el proceso de transformación permanente ha de ser su ideal; pues con ella, se hace frente al temor, al embotamiento, al vicio, a la ambición, la codicia y la maldad, antivalores que se van adentrando tanto en el corazón que seduce a ser pecador.

Jesús durante su vida fue un creador incansable de esperanzas y nunca se cansó de contagiarla a todos aquellos que le rodeaban. Hoy gracias a Él, el hombre y las mujeres tienen fortaleza y respuesta ante la vida y la muerte, ante el amor y la violencia.

Quien vive con esperanza en todo momento quiere tomar en serio su vida, no se instala en esta, creyendo solo en ella y en lo que da el mundo como definitivo. Al contrario, piensa y considera siempre que la vida hay que construirla a cada momento y para ello se hace necesario estar unido a Dios.

Una verdadera esperanza no es un sueño inalcanzable que embota y adormece. Ella, tomada en serio y con todo vigor nos desinstala y nos pone en pie de lucha frente a la injusticia y a la desigualdad. La esperanza hace que el hombre viva de manera justa e igual en la sociedad.

Hoy en muchas partes escuchamos gritos de alerta que nos dicen: “Levántense, alcen la cabeza, tengan cuidado, etc”, pues no hemos caído en cuenta que con muchas de nuestras actitudes frente a la vida estamos matando la esperanza. Y es que sin pensarlo, con esas apetencias exageradas y esas ansias desordenadas por el poder y el dinero vamos creando en nuestro interior murallas que nos encierran y nos limitan; y solo pensamos en nuestro disfrute.

Y es que ya palpamos nuestro deterioro: Nos mostramos insensibles y hasta no nos mueven las injusticias, ni las muertes violentas de personas inocentes, ni los desplazamientos forzados de los pobres donde les quitan sus pertenencias y sus tierras. Seguimos viviendo la vida adormecida ante el dolor de muchos.

La Palabra de Dios ha de ser para nosotros la fuerza que nos conmueve el alma y nos hace estar a la espera vigilante, paciente y activa para el encuentro nuestro y con los demás. Cristo es quien nos libera y orienta hacia sus caminos, haciéndonos peregrinos permanentes de la justicia y de la esperanza.

SEÑOR, SE TÚ FUENTE DE NUESTRAS ESPERANZAS Y ORIENTADOR PERMANENTE DE NUESTROS CAMINOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:40 a.m. | Permalink |


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