lunes, agosto 25, 2008
VEMOS LO QUE QUEREMOS Y NO LO QUE REALMENTE ES

No todo lo que percibimos es verdad como también, no todo aquello que concluimos tiene la exactitud que esperamos. Por ello, es importante confrontar y evidenciar.

Son muchas las ocasiones en nuestras vidas que ante muchas situaciones que se nos presentan, damos por ciertas algunas cosas que sabemos que son falsas y terminamos dañando tanto la sensibilidad de las personas que son cercanas a nosotros como también nuestra imagen.

Cuando seamos capaces de ser prudentes, existirá muchas más posibilidades de tener numerosas relaciones buenas y exitosas con las personas e incluso con nuestras propias familias.
Reconozcamos que en muchas ocasiones somos nosotros los culpables de que las relaciones interpersonales se vayan al piso o no funcionen como debe ser, porque existe en nosotros la percepción de alargar más las cosas y a decir lo que no es cierto.

Y es muy clara la razón: somos nosotros mismos los que podemos evitar cantidades de conflictos en nuestras familias, entre padres e hijos, entre hermanos, amigos y vecinos, compañeros de trabajo, de comunidad, etc; si tomamos la prudencia como una de nuestras virtudes principales.

Al ojear ayer algunos libros para encontrar y profundizar el significado apropiado de la prudencia, encontré una pequeña reflexión del Padre Jesús Martí Ballester, quien concluye en pocas palabras lo que Aristóteles y otros estudiosos pensaban de ella, así: Por ejemplo, Aristóteles la define como: “La prudencia es la correcta razón en el obrar”. San Bernardo decía: Sin prudencia no hay virtudes: "Quita la prudencia y las virtudes se convertirán en vicios". Fray Luís de Granada, la define sabiamente así: "En la vida cristiana la prudencia es lo que los ojos en el cuerpo, lo que el piloto en el navío, lo que el rey en el reino y lo que el gobernador en el carro, que tiene por oficio llevar las riendas en la mano y guiarlo por donde ha de caminar. Sin esta virtud, la vida espiritual sería toda ciega, desproveída, desconcertada y llena de confusión".

¿Cuantos conflictos no podríamos evitar si está virtud es tomada en nuestras vidas como la más sobresaliente?

Hoy los invito a reflexionar sobre la forma como hemos venido realizando los juicios sobre algunos acontecimientos o sucesos presentes o pasados, de los cuales damos por cierto lo que se nos ocurre en nuestras cabezas, sin mirar los perjuicios que pueden causar a muchos de los que están muy de cerca a nuestro entorno. Hay un dicho que dice: “Somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras”


SEÑOR, ENSEÑANOS A SER TUS DISCIPULOS EN MEDIO DE TODAS LAS SITUACIONES ADVERSAS QUE AFRONTAMOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 10:35 a.m. | Permalink |


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