
Todos los hombres estamos llamados ha aprender que la Palabra de Dios es un alimento espiritual que nos anima y nos llena de fortalezas para luchar y seguir adelante.
Cuantos hoy se dedican a pensar que somos incapaces para enfrentar tantas situaciones difíciles y en medio de tanta desesperanza, se van olvidando de Dios. Creen que ya todo está perdido y hasta magnifican los problemas y las dificultades.
A todos les comento que son muchos los pasajes que podemos leer en las Sagradas Escrituras, donde Dios nos enseña que está en todo momento a nuestro lado, que Él es el aliento para continuar el camino, que nos fortalece y enseña la verdad y la vida. Y nos dice: “Al reconocerlo y aceptarlo, nada ni nadie podrá contra nosotros”.
Que importante es no sentirnos menos que nadie, que en todo momento estamos dispuestos para descubrir a Dios. Que, cuando padecemos las más terribles angustias, las más temidas dificultades, Dios se hace presente a nuestro lado, como les ocurrió a los discípulos de Emaús, y a los discípulos que con Él navegaban en la barca, para salvarnos y aplacar el mar embravecido y los vientos impetuosos.
Recordemos que Dios se acerca a los más débiles, al menos fuerte.
Que interesante sería que hoy nos sentemos a mirar con detenimiento todas esas situaciones que poseemos en lo más profundo del corazón que muchas veces nos hacen sentir débiles e incapaces para luchar y de seguir adelante.
Tomemos la Biblia e inspirados por la luz del Espíritu Santo, leamos con detenimiento y con profunda fe algunos de estos pasajes: Gedeón (Jueces 6) o Romanos 8, 28-39.
Relee una y otra vez; detente en esas frases que te fueron impactantes y siente que Dios allí te llama a vivir de verdad su plenitud; y desea que te sientas bien junto a Él.
Te invito hoy a tomar esa disposición desde ya; se que tú eres capaz. Él te ha dotado de toda inteligencia y sabiduría para que puedas hacerlo y ser feliz. Prepárate y disponte. El Espíritu Santo está contigo. Tú eres uno de los que Dios ama y junto a ti saldrá al campo de batalla para ayudarte a ganar. ¡Animo!
Cuando te sientas que has calmado todas esas ansias que te han provocado desordenes y te quieren llevar a esas profundidades oscuras, agradécele a Dios todo lo que hace por ti y dile: Padre, no quiero que te separe un solo instante de mi lado, quiero salir más que vencedor.
SEÑOR, LLENA NUESTRAS VIDAS DE ESPERANZAS PARA CONTIGO, HACER LO QUIERAS