sábado, septiembre 27, 2008
¿BUSCAMOS HONORES Y PRESTIGIOS?

Hoy día la humildad no es bien apreciada por la sociedad porque son muchos los hombres que la ven como la actitud indigna que hace frente a la idolatría que hemos creado de nuestras propias imágenes y que, solo promueven la obtención de prestigios y dignidades ficticias debido a esas ansias por ocupar los primeros puestos en todas las actividades que desarrollamos en la vida.

Cuando solo amamos a quien nos ama e invitamos a quienes nos invitan nos posesionamos de actitudes de grandeza y despreciamos a los demás, nos vamos alejando de los planes de Dios y en la mirada de muchos, nos constituimos arrogantes y orgullosos porque aparentamos u ostentamos un amor fingido que solo va encaminado a nuestros propios intereses.

Nos equivocamos, porque la verdadera grandeza del hombre se mide por la riqueza interior y humana, es decir, por su capacidad de amarse a si mismo y a los demás.

Jesús nos propone no solo normas de educación y comportamiento sino que nos forma como buen alfarero para que vayamos viviendo la gratuidad y la generosidad siendo conscientes que todos somos un regalo del amor de Dios.

Jesús critica el comportamiento de los hombres que no tienen cabida dentro de la sociedad, a aquellos que solo buscan honores y prestigios valiéndose de los demás y nos dice: “Todo aquel que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido” y en escala de puestos establece que el primero es el último y el último será el primero.

Dios “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”. Dentro de este grupo se encuentran los pobres, los lisiados, los desplazados y todos aquellos que vemos a diario por las calles de nuestros barrios y ciudades acostados entre basuras o viviendo en casas de cartón abandonados por la sociedad de hoy.

Él con insistencia nos viene invitado a que nos hagamos pequeños ante las grandezas humanas y ha que nazcamos de nuevo renovando nuestro espíritu y nuestro ser. Así, alcanzaremos conquistar el esplendor de Dios junto con sus favores.
Nunca entendamos que la humildad es masoquismo sino el justo conocimiento de si mismo para ocupar exactamente el propio lugar y el poder para entrar con pie derecho en el reino del gozo que no tiene fin.

SEÑOR, ENSEÑANOS A SER HUMILDES Y SENCILLOS DE CORAZÓN.
 
posted by Laureano García Muentes at 9:42 a.m. | Permalink |


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