
Cada despertar es el comienzo de una nueva esperanza. Cuando abrimos los ojos cada día, le damos gracias al Señor por habernos regalado la oportunidad de ver, oír, sentir y percatar con nuestro olfato el aroma agradable de las flores.
Tomamos conciencia que estamos ante la presencia de Dios y que somos por Él llamados a brindar ese amor que nos regala a mucha gente y más a aquellas que se relacionan a diario con nosotros. Además, anunciarles con generosidad, la alegría de ser continuadores de la obra de Jesús.
Cuantas cosas hermosas ha puesto en nosotros el Señor y que nos hacen pensar de su existencia. Él nos invita a compartir, siguiendo su ejemplo. Nos regala la capacidad de amar, de tener fe, vivir la esperanza, de ser generosos y solidarios para hacer el bien y animar a enfermos del alma.
Cuantos aún no despiertan y planifican sus esperanzas, sueños e ilusiones, no abren sus caminos diarios y depositan su confianza en la voluntad de Dios. Sus preocupaciones son por las cosas del mundo, el poder, el dinero, los vicios, etc.
Quizás, nos hemos venido acostumbrando a improvisar, a vivir al vaivén de las emociones y a responder de manera primaria a muchas situaciones. Terminamos desenfocados y concentrados en lo que seguramente puede ser circunstancial y accidental.
Quien tiene sueños, ilusiones y esperanzas, se levanta cada día con pie derecho, como muchas veces decimos, es autentico, planificador, es asertivo es decir, sabe responder con frialdad y contener sus emociones.
Planificar es un proceso y ello ha de ir de principio a fin. Quien planifica evitará que lo amilanen los aspectos negativos, maneja de la mejor manera sus incertidumbres y sabrá cuando hay necesidad de detenerse.
Hoy es el día que se hace importante para reflexionar y preguntarnos si de verdad estamos actuando con inteligencia y responsabilidad en la vida y si estamos siendo agradecidos con todo lo que a diario nos regala Dios.
No olvidemos que Dios es nuestro Padre y como tal, no desea que sus hijos encuentren caminos diferentes a los que con anticipación nos entregó.
SEÑOR, SIENTO QUE TU AMOR ME INVADE Y ESTA EMOCIÓN, QUIERO COMPARTIRLA CON MIS HERMANOS.