domingo, junio 15, 2008
LA PALABRA DE DIOS HACE CRECER

Un buen discípulo de Jesús encuentra de manera permanente al Maestro a través de la Palabra. Quien está al tanto de ella y la vive, transforma su vida en Jesús.

En muchas ocasiones y mediante parábolas Jesús les enseñó a quienes le seguían, los procedimientos que se debían seguir para que su palabra se hiciera vida en cada uno de ellos y a la vez, les instruyó para que demostraran con hechos y acciones su verdad mediante una vida coherente y diferente a la de los demás.

Entre tantas metáforas que utilizó, una nos ha de servir hoy para reflexionar y pensar sobre lo que estamos haciendo para darlo a conocer como el Salvador en cada rincón del mundo, es la Parábola de la Lámpara Encendida (Lc. 8.16).

Quienes se esfuerzan por buscar y encontrar a Jesús y convertirlo en luz que enciende la vida, no lo guarda para sí, ni lo esconde debajo de su cama o se muestra egoísta, no lo comparte, ni lo hace accesible, ni permite que otros le encuentren para que enciendan su vida y logren cambiar el rumbo que han venido construyendo de manera oscura y desordenada.

Jesús entra en la vida de cada uno como la semilla en la tierra. Su presencia trae consigo la fuerza irresistible de la luz, la cual no puede cubrirse. El hombre que es tocado interiormente por Jesús poco a poco va exteriorizando su experiencia del encuentro, de tal manera, que todos los que están a su alrededor lo captan.

La Palabra de Dios nos va haciendo crecer; después de cierto tiempo de formación interior, germina y nos convierte en un árbol grande y frondoso que acoge y da sombra a muchos.

Se me viene ahora a la mente la anécdota de un señor que encontré un día y quien me refirió algo, haciendo referencia a la falta de interés en muchos para conocer la obra creadora de Dios; y me decía: “En este mundo, hay gente que ni siquiera se da cuenta de nada. Si percibiéramos con detenimiento como el grano de maíz al caer a la tierra, allí, dentro de él existe una fuerza que genera vida, se esperan días, semanas, meses. Y quien espera, nos se cansa de esperar. Al llegar su tiempo y condiciones, nace, crece, se corta y se recoge su cosecha de numerosos granos, ya no es uno, sino muchos.
Cuantos hoy se desesperan porque no ven los resultados inmediatos, ni perciben siquiera la fuerza misteriosa de Dios en su Palabra que transforma”.

Hoy Jesús nos invita a confiar en Él y a notar la llegada del Reino en nuestro interior.

SEÑOR, CONFIAMOS EN TÍ, TÚ TIENES PALABRA DE VIDA ETERNA.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:52 a.m. | Permalink |


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