Dios nos conoce desde antes de nacer y cuando nos escoge, nos llama a seguirle, para convertirnos en propagadores de su Reino en todos los rincones del mundo; pero no instiga a nadie, ni nos violenta ni hace valer su poder como Ser Supremo, No; lo hace con toda paciencia y nos va impregnando de su amor.

Él nos pide “dejar” al padre, la madre, la esposa, los hijos y hasta uno mismo.
El dejar, significa abandono, renuncia, deponer, desistir, ser realista y auténticos, dejar atrás todo lo que nos pueda impedir caminar junto a Él con plena libertad. Él en ningún momento nos pide u obliga a abandonar y aborrecer a nadie, ni a despreocuparnos de nuestras familias; sino a valorarlas en su luz.

Es necesario que seamos realistas y sinceros cuando decidimos seguir al Salvador con fidelidad. Ser discípulos de Jesús es un compromiso muy serio y no algo vació, al que recurrimos cuando tenemos una necesidad extrema o andamos en pos de algo que nos va aislar de Él.

Quien opta por seguirle calcula sus fuerzas y sus gastos sin euforias, como un buen ingeniero o maestro de obra que quiere construir su casa sobre roca firme.

Antes de darle el “Si” que va a cambiar nuestras vidas, tenemos que mirar los pro y los contra y decidir en consecuencia examinando nuestra propia realidad personal. Para ello, necesitamos acudir al Espíritu Santo para que nos llene del don de la sabiduría para hacer lo que vamos hacer de la mejor forma.

La decisión que se opta por seguir los pasos de Jesús, no debe hacerse a la ligera, ni por simples impulsos. Él nos invita a elegir lo mejor, no nos obliga, sino que nos ofrece una vida nueva llena de esperanzas.

Jesús para seguirle, nos invita a recoger todo y cargar con nuestras cruces. La cruz es todo aquello que se asume o a lo que se renuncia para asimilarse más y seguir más de cerca de quien se ama. Es una fidelidad en el amor.

Llevar cargando nuestras cruces es afrontar con coraje el conflicto y la agresión de la sociedad que hoy se nos muestra muy segura. Es vivir reconciliados, saber asimilar el dolor, el sufrimiento y la incomprensión.

SEÑOR NOS ENTREGAMOS HOY A TI Y COLOCAMOS TODA NUESTRA VIDA A TU SERVICIO