
Unas de las señoras que a diario caminan por la bahía me detuvo el otro día para comentarme que había abierto la página la que le había gustado mucho por el contenido de sus escritos; pero con sorpresa, me preguntó: ¿Y donde puedo ahora encontrar a Dios?
Le dije, sabes una cosa para uno ser cristiano hay que ser primero creyente aprendiendo a vivir desde la fe.
Podemos encontrar a Dios si nos abrimos a Él y nos ponemos a su disposición. Para ello, tenemos que prepararnos.
Si vives distraída y confusa entre tantas cosas que te sucede o por las que a diario se vive en el mundo, aunque sean buenas, no lo podrás encontrar. El momento y el lugar propicio lo dispone solo tu.
Dios está en tu interior. Para encontrarlo en ti, necesitas conocerte tu misma, tener vida propia, controlar lo que dices y haces en el presente y en ese futuro que sueñas.
Tenemos que vivir momentos de reflexión y meditación pidiéndole al Espíritu Santo su intervención a fin de que en medio de tantas confusiones puedas hallar dentro de ti todas y cada una de esas cosas que te impiden encontrarte con Dios-Jesús.
Ello es posible cuando pones tu interés y tu auto control, preguntándote una y otra vez: ¿Qué busco yo en mi vida?, ¿Qué espero de ella?, ¿Dónde aseguro mi felicidad?
Dios no te encontrara si vives y sigues preocupada por esa utilidad que sueñas de tu vida, de esa eficacia que te quieres dar y si te estas preguntando siempre ¿Y…esto para que?
Él saldrá a tu encuentro cuando vivas dándole gracia por todas las cosas que vives y por las cosas que sueñas realizar. La fe crecerá cuando se aumente en ti la capacidad de agradecerle a Dios todas y cada una de las cosas. Para agradecerle todo, lo primero que debes hacer es captar lo bueno, positivo y hermoso que existe en tu vida, a pesar de todos los sufrimientos, amarguras, frustraciones, injusticias y contradicciones que vivas.
Recuerda siempre que Dios es el Padre Creador de todo lo existe en el mundo, por ello, lo podrás encontrar también en la naturaleza, en los acontecimientos que vivas, en medio del sufrimiento, en los gozos y alegrías.
Dios es la fuente de la vida, Él está en el deseo que tengas de vivir cada día, en el esfuerzo que hagas por sobreponerte a todas las adversidades, en la comunicación que realizas con las demás personas, en la lucha y defensa que realices por los demás en especial por aquellos que sufren las injusticias de los otros, en tus capacidades de amar y de darte al servicio y sobre todo en el deseo que tengas de renovarte y vivir la esperanza.
Ella me entendió y con sus luces concibió que ahora si vivirá con la certeza de encontrar a Dios en todos los momentos de su vida.
SEÑOR, TÚ ERES LA ROCA DONDE CIMENTAMOS NUESTRA VIDA, DANOS HOY Y SIEMPRE LA CAPACIDAD DE ENCONTRARTE.