jueves, mayo 08, 2008
SOMOS CONTINUACIÓN DE LA OBRA DE JESÚS

Jesús hoy sale a nuestro encuentro y nos llama a todos los hombres para que seamos continuación de su obra; para que con nuestras manos sigamos haciendo lo que Él hizo, para que nuestros pies caminen por los senderos que Él caminó, sin turbaciones, ni ataduras y sin prevención y para que le abramos el corazón y lo dejemos que viva y actué en nosotros.

Él nos invita a que seamos sus discípulos allí donde nos encontremos y con quienes compartamos la vida. Nos llama a que recorramos el mundo, ciudades y pueblos, mi barrio y hasta mi casa; esas comunidades, donde hoy se vive la desconfianza y el desamor, la avaricia y las ansias del poder, el dinero y las drogas, el alejamiento de Dios y donde todos nos creemos ser poderosos y omnipotentes.

Nos llama a que nos acerquemos a aquellos que han escogido caminos equivocados, a los que están por caer y se encuentran desorientados; a los enfermos del alma y del cuerpo. Nos llama a que hagamos vida su Palabra y los orientemos ayudandoles a vendar las heridas, ha enjugar sus lágrimas y ha enseñarles como volver a la alegría y a la ilusión.

Hoy nos corresponde reflexionar y ha no ser indiferentes a la llamada que nos hace. No tratemos de eludir a toda costa nuestras responsabilidades cristianas dejando que el error de muchos y el mal que les agobia continúen haciendo daño a la sociedad.

Una verdadera vocación cristiana no se logra con la indiferencia y la apatía. La vocación no tiene exclusividades.
Jesús se ha detenido a mirarnos sin condiciones y sin importarle raza, religión o clase social. Llama a la mujer del pueblo, al profesional, al estudiante, al obrero, al intelectual, al sabio, al rico, al pobre, al campesino, etc. A todos nos pide que le sigamos con libertad, pero con una condición radical e integra: Cambiar de Vida.
No nos pide que dejemos nuestras profesiones y estados civiles, sino a que con nuestras capacidades y habilidades las pongamos al servicio del Reino de Dios.

Recordemos que nuestra vida es breve y no podemos perder un minuto más en seguir haciéndola indiferente a lo que nuestro Padre Celestial nos pide; desde ya, abandonemos de una vez por todas esas falsas seguridades que hemos sembrado en nuestros corazones y con Cristo y para Cristo, nos lancemos a navegar con Él en el mar de la esperanza y la alegría con nuestra entrega incondicional.

SEÑOR, HOY AYUDANOS A REGRESAR A LA VERDAD Y A NORMAL COMUNIÓN CON NUESTROS HERMANOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:15 a.m. | Permalink |


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