martes, mayo 13, 2008
JESÚS COMPAÑERO FIEL DE NUESTRA VIDA

Nos es difícil entender que hoy seamos muchos los hombres los que dudamos de la presencia de Dios en nuestras vidas y tanto, que seguimos pidiendo pruebas de su misericordia y de su poder para entonces creer.

Es importante tener muy claro que Dios no obliga a nadie a creer en Él, es más, no necesita que creamos en Él, sino que seamos nosotros los que necesitamos aumentar nuestra fe y permanecer en su presencia para que así, nuestras vidas cambien, sean plenas de alegrías y de verdadera paz.

Muchos de nosotros queremos ver a nuestros antojos sus milagros, pero entendamos que el tiempo de Dios no es igual al nuestro, ni mucho menos somos nosotros los que le debemos exigir para que actúe con prontitud en la realización de nuestros requerimientos.

Dios no es un emperador impasible y solitario, no es un mago, ni un brujo al que recurrimos para resolver nuestros problemas y dificultades, Él, no es ese que pensamos, ni el que hace presencia ante nosotros envuelto entre las nubes. No, Él está ligado a nosotros como nuestro Creador, nuestro Salvador y como nuestro Redentor.
Somos los hombres tan pequeños para descubrir su misterio.

La adoración, la alabanza, la bendición y la acción de gracias son las únicas expresiones dignas y humildes que podemos pronunciar y realizar ante Dios.

Gracias a la resurrección de Jesús podemos entender que Dios en un Padre apasionado por la vida del hombre. Gracias a Jesús Resucitado, podemos creer en la vida, tener fe y ver con esperanza nuestros sueños, porque las tristezas, las frustraciones y desesperanzas son transformadas con Él, en gracias.

Jesús vivió en carne propia las dificultades de sus discípulos y de todos aquellos quienes decían seguirle. Muchos de ellos le seguían preocupados por sus necesidades. Él sabía que la causa de todo ello era la falta de luz en sus corazones; y se preocupo por guiarlos y enseñarles como era posible encontrar el sendero del verdadero camino que nos ha de llevar al encuentro definitivo con el Padre.


SEÑOR, PERMITE QUE SEAMOS SIGNOS DE LA PRESENCIA DE DIOS, EN TODO TIEMPO, MOMENTO Y LUGAR.
 
posted by Laureano García Muentes at 7:43 a.m. | Permalink |


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