domingo, mayo 18, 2008
CENTRAR A CRISTO EN LA VIDA

Una de las cosas que nos cuesta tener a los hombres de hoy en lo más profundo del ser, es a Cristo como centro de la vida.

Vivimos con muchas preocupaciones y nuestras vidas se van contaminando por la diversidad de cosas que el mismo hombre crea o se inventa para distraernos de la atención de centrarnos en Dios.

Con mucha ligereza y con velocidades incalculables salen a flote nuevos saberes y tecnologías que nos encierran dentro de un mundo donde cada instante nos hablan sobre nuestra perfección fisonómica y humana.

Los medios de comunicación enlazados con ellos, nos envuelven fácilmente y en cosas novedosas y así, somos arrastrados por corrientes llenas de poderes extraños, que nos sucumben y sumergen cada vez más en el abismo de la perversión.

La realidad se palpa y hoy somos muchos de los que corremos en su búsqueda afanosa y desesperante que atrae y nos involucra a ellas. Nos creemos felices y hasta perfectos dentro de esa sociedad vacía y llena de tantos antivalores que cada vez nos distancian del camino que nos ofrece Jesús y nos aparta a distancia de la perfección que Él nos ofrece.

¿Cuanto hoy nos afecta ese espíritu maligno que se va involucrando cada vez más en nuestras vidas? Cuánta indiferencia del hombre frente al camino verdadero que nos señala Jesús. Esos caminos equivocados que escogemos van sembrando en nuestros corazones, la frialdad de nuestra fe y que mal llamamos: Desencanto. Desencanto, ante nuestra propia vida y frente a los demás.

Cabría hoy que nos preguntáramos: ¿Qué estamos haciendo para tener a Cristo, como nuestro Salvador, nuestro Redentor, nuestro Guía y amigo fiel, en nuestras vidas? ¿Estamos de verdad aceptando las propuestas que nos ofrece como ese caminante que va delante de nosotros y que nos llama con insistencia?

Jesús en el Evangelio de San Juan (Jn 14, 23) nos dice: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada” Dios es un amor que se difunde hacia nosotros como donación de todo su Ser y busca el bien supremo de nuestra alma ofreciéndonos permanentemente la salvación eterna.

Agradezcamos permanentemente a Dios por el llamado que nos ha hecho y por su preocupación incondicional de llenarnos de su amor. Pidámosle absoluta confianza y una fe profunda para poder desechar las inmundicias del mundo.

SEÑOR, QUIERO HOY QUE SEAS CENTRO DE NUESTRAS VIDAS
 
posted by Laureano García Muentes at 5:21 a.m. | Permalink |


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