jueves, junio 12, 2008
DIOS NO ESTÁ DISTANTE, VIVE A NUESTRO ALCANCE

La Eucaristía es un Sacramento dinámico, centro de nuestra vida. Todo converge hacia ella y de allí todo se deriva.

Cristo en su infinita bondad se hace para los hombres el pan partido calmando el hambre que se genera cuando nos disponemos a levantar nuestra mirada y decidimos atravesar el mar de la esperanza remando mar adentro junto a Él. Cuando nos disponemos a liberándonos de la esclavitud del pecado y de esa aridez del mundo que se enmaraña cada vez más en nuestras vidas mediante sus sistemas ideológicos y económicos que no promueven la existencia sino que la mortifican y la hacen despreciable.

Es éste el Sacramento alma de toda la vida cristiana, su culto no se encierra en sí mismo, antes por el contrario, se convierte en la escuela del amor activo del hombre hacia su prójimo.

Un cristiano unido a Cristo debe hacerse sensible al sufrimiento, a la miseria, a la injusticia y a toda miseria humana, buscando por todos los medios que el amor por Él nos inspire, inducirnos para ayudar, buscar y trabajar en proyectos e ideas que sensibilicen y le signifique a los pobres y necesitados del amor de Dios, un remedio a sus necesidades y preocupaciones.

Somos nosotros, los seguidores de las huellas del Salvador y discípulos del Maestro, la prolongación de su Cuerpo y de su Sangre en cada rincón del mundo. Somos semejantes al buen samaritano, dispuestos a enjugar las lágrimas de los oprimidos y más débiles, acompañándolos en medio de sus dificultades y opresiones, a vendar cada herida, tanto físicas como de sus corazones.

Como cristianos, nuestro empeño ha de estar fundado en el compartir lo que tenemos con nuestros hermanos, debemos ser multiplicadores de la fe, debemos ser accesibles a todos los hombres en todas sus necesidades y ser vida que genera esperanza en medio de todas las circunstancias.

Dios no está distante de nosotros, Él se hace vida en cada uno de nosotros. Tanto tú como yo, estamos cerca del Él; solo nos basta encontrarlo en nuestros corazones y demostrarle mediante nuestros actos y deseos que fortalezca, alimente y nos enseñe cada día a ser auténticos seguidores de sus huellas.

SEÑOR, TU NOS HAS REGALADO LA EUCARISTÍA COMO PRINCIPIO Y FUNTE DE UNIDAD, QUE TÚ SEAS POR SIEMPRE CENTRO Y ALIMENTO PARA NUESTRAS VIDAS.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:43 a.m. | Permalink |


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