jueves, octubre 11, 2007
PAZ INTERIOR Y FELICIDAD

Al ir conversando con un compañero que caminaba a mi lado hace unos días, me decía que estaba angustiado por su suerte, ya que todo le ha salido mal últimamente. Sus negocios, sus proyectos, etc, se le habían venido al suelo. “creo que tengo que ir al psiquiatra o alguien que me asesore, porque estoy casi seguro que me han echado una brujería”.

De manera sutil y sin que le molestara, le dije estas palabras: Mira, no será que te has olvidado de Dios y antes de tenerlo muy encuenta desde que te levantas por las mañanas, solo piensas en producir, tener dinero y soñar en las cosas materiales. Aún estas a tiempo de reconciliarte con Él y si lo haces veras que poco a poco te irán cambiando las cosas. La paz interior da felicidad, permite que nos acercarnos a nuestro Creador y tengamos la absoluta confianza de que al pedirle con fe las cosas que necesitamos, no solo las materiales, sino las espirituales que son para Él las más importantes, nos las concederá.
Cuando se actúa negativamente, se nos viene el pesimismo y con él sobrevienen las confusiones, las desuniones, la ruptura, la desesperanza, el desasosiego y se vive la tristeza.

Entonces me dijo: “¿Usted quien es para que me hable así?, ¿como puedo yo reconciliarme con Dios, si yo no lo he ofendido, si yo no he pecado?, ¿será que usted con estos planteamientos cree que le voy a encontrar una salida a mis problemas y sinsabores?

Le respondí de manera muy amigable: Sabes una cosa, hoy muchos pecamos porque le damos muy poco valor a la reconciliación como esa forma eficaz de encontrar la paz interior y ser feliz. Somos nosotros quienes le hemos dado una visión errónea a Dios y lo señalamos como el castigador que vive pendiente de nosotros para sancionarnos; por eso, habemos muchos que no le tenemos confianza.

Cuantas actitudes inapropiadas e inmorales le hemos copiado a otros y hasta de los medios de comunicación, quienes emiten mensajes sobre la naturalidad de las cosas pecaminosas; y nosotros débiles, que tenemos la cabeza llena de obsesiones no las alcanzamos a percibir, dejándonos arrastrar fácilmente por ellas. Y nos jactamos en decir: “Si todos lo hacen porque yo no”. Dios sabe que somos imperfectos y que caemos fácilmente en el pecado y es por ello, que nos ofrece esta oportunidad de reconciliación y perdón. Por ello, te sugiero que vuelvas a empezar y reconozcas las faltas y fallas que has tenido.

El Señor cabizbajo me puso la mano en el hombro y me dijo: “Sabes viejo, que verdaderamente me he olvidado de Dios y solo he venido angustiando mi vida con cosas que son vagas y vacías. Yo te agradezco tu concejo y me comprometo desde hoy a pensar diferente”.

Yo le dije: Muy bien amigo, recuerda que Dios nos ama a pesar de nuestros defectos. Te sugiero que ahora que llegues a tu casa leas y reflexiones la parábola del Hijo Pródigo, donde un padre recibe con el cariño más grande a su hijo después que se había marchado de su lado a derrochar la fortuna recibida. Recuerda esta frase:

EL SEÑOR ES COMPASIVO Y GENEROSO PARA PERDONAR
 
posted by Laureano García Muentes at 4:22 a.m. | Permalink |


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