domingo, septiembre 23, 2007
EL VERDADERO CONTENIDO DE LA VIDA

Vivimos hoy en un mundo donde el hombre cada día se convierte en ostentador de riquezas materiales y por su falta de autodominio se deja engañar, manipular y con mucha facilidad arrastrar por ideas oscuras y costumbres distintas a sus propias tradiciones. Aceptan y siguen como autómatas el pregonar de personas o de los medios de comunicación mirando su propio prestigio y bienestar, olvidándose así, de edificar una vida con un verdadero contenido ético y moral que sea testimonio del plan que Dios nos ha señalado.

Nos adaptamos tanto a esas ostentaciones y a esos pensamientos sombríos, que caemos en la tentación de soñar con unas metas llenas de fantasías, utilizando a personas inocentes, para que hagan nuestra propia voluntad y cuando ya ellas no nos interesan, las creemos inservibles, no las valoramos, las destruimos y desechamos como objetos sin valor, porque ya no valen para nuestros propios intereses y beneficios.

También habemos otros que alimentados por el espíritu del mal vendemos nuestra conciencia y dignidad por unos cuantos platos de lentejas, haciéndonos esclavos del dinero, de la infidelidad conyugal, del poder, del prestigio social, de las apetencias de la carne, de la codicia por poseer y de la indiferencia hacia las cosas que son de interés social o comunitario que van en beneficio de los más pobres y necesitados. En fin, realizamos una vida que sigue un sentido opuesto a los principios que Dios quiere.

La realidad es que de todas las tentaciones a las cuales estamos expuestos y sometidos, siempre van hacia una misma dirección: tener y tener en vez de ser y crecer.
Por ello, es importante que hoy reconozcamos que a la verdadera felicidad solo se alcanza con una vida acorde a los valores que pregonó Jesús, siendo humildes y sencillos de corazón y como niños no ostentosos busquemos metas asequibles siendo desprendidos de toda riqueza material que nos conduce a la avaricia, el desenfreno y a la corrupción de nuestro ser. Siendo testigos impregnados por el amor bondadoso de Dios realizando hechos y acciones coherentes a los principios que Él nos pide y que están consignados en los Santos Evangelios.

Luchemos pues por alcanzar la felicidad verdadera, pues ella ni se compra ni se vende, sino que se construye con el sacrificio de la cruz. Indagar por las riquezas materiales y el poder del mundo, es negociar con el maligno, que busca sobremanera que el hombre, ante su debilidad por el pecado, se distraiga y opte por seguir caminos diferentes a los que quiere Dios. No olvidemos que todo don y toda gracia vienen de Él.


EL HOMBRE NO SOLO VIVE DE LA RIQUEZA MATERIAL, SINO QUE HA DE ORIENTAR SU VIDA HACIA LA VOLUNTAD DE DIOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:42 a.m. | Permalink |


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