domingo, septiembre 02, 2007
NUESTRAS DISCULPAS A DIOS

Jesús al realizar la multiplicación de los panes, nos enseño a quienes queremos ser sus seguidores que no hay disculpas para compartir nuestros dones con aquellos que se muestran interesados en conocerlo y seguirle. Él educo a sus discípulos para que fueran capaces de desechar el egoísmo sin guardar nada para sí y les pidió que se atrevieran a hacer una vida abundante en el mundo, multiplicando todo lo que de Él habían aprendido. Su orden fue clara y concisa: “Denle ustedes de comer” Lc.9.13.

Nos exhorta con su ejemplo de servicio y nos encomienda la misión de ser como Él, pidiéndonos que tomemos la decisión particular de partir y distribuir nuestra vida con todos aquellos que la necesitan y a que trabajemos unidos a fin de lograr la transformación de los hombres para que se constituyan en una comunidad solidaria, fraterna y de amor.

Es por ello, que nuestra responsabilidad de cristiano ha de estar centrada en el sentar en la misma mesa a todos aquellos que necesitan de la palabra de Dios sin distinción alguna y con la fuerza del Espíritu, enseñarles con nuestras cualidades y de manera desinteresada, el Evangelio de la salvación.

El campo para cosechar es grande y nosotros los obreros del Reino de Dios, tenemos la responsabilidad de convocar a muchos para que tomen en sus manos junto a nosotros, el azadón, y el machete a fin de segar la maleza que corroe la sociedad, preparando el terreno e ir esparciendo la buena semilla que nos llevará a obtener una cosecha buena y abundante.

Hoy todos los hombres tenemos la obligación ineludible de convertirnos ante el mundo en testimonios de la resurrección; acogiendo y alojando en nuestros corazones a quienes necesitan de nuestro amor para darles de comer el alimento del pan vivo y así, se acreciente la pasión de conformar en cada rincón de la tierra, la comunidad como la quiere el Señor.

¿Cuantos de nosotros vivimos excusándonos por colocar al servicio de todos, nuestros dones y cualidades, dizque por no tener el tiempo necesario para ello? Que bueno sería que hoy levantásemos los ojos y miremos la inmensidad del amor de Dios hacia nosotros y le demos gracias porque vivimos y somos lo que somos, porque tenemos una familia por quienes nos forjamos sueños y esperanzas; que no vivimos aislados en el mundo sino que a nuestro alrededor hay muchas personas que tienen ideales y metas propuestas pero que necesitan ayuda, amor y comprensión. Que convivimos con muchos hombres en un total abandono, mientras otros derrochan lo que tienen. ¿Serás ese discípulo solidario que refleja el amor que nos enseño Cristo?

COMPARTE CON TUS HERMANOS EL PAN DE CADA DÍA.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:25 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>