domingo, agosto 26, 2007
FORTALECER LA VIDA CON LA ESPERANZA

Al reafirmar la vida con Jesús, la esperanza nos llega y le vamos dando un verdadero significado a todo aquello que nos duele, que nos marca desilusiones, desencantos y lo que nos opaca muchas veces.

Es allí precisamente, cuando comprendemos realmente lo que significa cargar con la cruz; cruces que hay que llevar consigo en nuestros hombros sin el cansancio o el desasosiego, eso sí, renunciando decididamente a toda fuerza humana que impida avanzar; contando solo con la fuerza que nos regala Dios.

Activando nuestras vidas con el esfuerzo y la decisión, nos permite continuar sin mirar atrás y a tener la firme voluntad de poder hacer todo para la gloria de Dios. Ese empuje que vamos logrando gracias al Espíritu Santo, nos va convirtiendo en testigos de la vida y de la esperanza, portadores de sueños y de ganas de engendrar luz en medio de tanta tiniebla, de tender nuestras manos cuando nos necesiten, de tener una mirada sincera y abierta y un corazón lleno de amor repleto de unas ansias valerosas de esparcir la verdad de Jesucristo Salvador por todo el mundo, cueste lo que cueste.

Al ser testigos de la verdadera vida que brota de la cruz, nos ayuda a que nos constituyamos en unas fortalezas firmes y en los signos que contagian al mundo de ilusiones; porque traducimos el dolor en esperanza; nos formamos como instrumentos de Dios que convierte la sabiduría humana en la locura de dar todo por amor a la cruz, en ser testimonios del silencio y símbolos del perdón que desafia ante todo, los fracasos de los hombres, de aquellos, que pierden su vida por alcanzar mediante el egoísmo y la deshonestidad, el ser poderosos ante los demás.

Activar la fe y la esperanza nos permite que nuestro interior se llene de una fuerza inquebrantable ante cualquier dificultad, nos trae la paz y bendición a todos nuestros quehaceres diarios y nos llenamos de una profunda confianza en Dios.

San Pablo en la carta a lo Hebreos 12.2 nos dice: “Levantemos la mirada hacia Jesús, el que motiva nuestra fe y la lleva a la perfección. Él se fijó en la felicidad que estaba reservada, y por ella no hizo caso de la vergüenza de la cruz, sino que fue a padecer en ella, y en adelante,está sentado a la derecha del trono de Dios.

Nuestro Padre Fundador Francisco Jordán nos exhorta insistentemente a continuar nuestra vocación, con el sacrificio de la cruz, dejando en ella, los desencantos que nos da la vida y nos dice: “Tengan ánimo, que las grandes obras nacen y crecen bajo la sombra de la Cruz.”
 
posted by Laureano García Muentes at 6:18 a.m. | Permalink |


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